Tamara Falcó, con el premio. | RTVE

Hablar de Tamara Falcó es hacerlo de una de las celebridades de la «jet set» española, una mujer acostumbrada al lujo y a una vida de altos vuelos, que, sin embargo, a base de trabajo y constancia ha logrado despojarse de prejuicios y clichés para convertirse en reina de los fogones en MasterChef Celebrity 4.

La hija de Isabel Preysler y el marqués de Griñón ha vencido por ínfimos detalles al actor Félix Gómez en una gran final en la que ambos han exhibido una gran evolución en la cocina, con dos menús que perfectamente podrían lucir en cualquier carta de un restaurante de estrella Michelín.

Ambos han brillado utilizando un sinfín de técnicas de alta cocina, pero ha sido Falcó la que se ha acabado llevando el gato al agua con un menú inspirado en su familia y que ha dejado boquiabiertos al jurado, entre el que se incluía el prestigioso chef Joan Roca, cuyo restaurante, el Celler de Can Roca, ha servido también como laboratorio de aprendizaje para la flamante ganadora.

Falcó, acompañada por su madre, Isabel Preysler, su hermana Sandra y Mario Vargas Llosa -primer Premio Nobel que pisa las cocinas de MasterChef- ha elaborado un menú conformado por una ensalada de gelatina de tomate, mango y flores; un pichón a baja temperatura con trufa, aire de cacao y multiesféricos de maíz; y una reinterpretación de la tarta de melocotón de su abuela materna.

Tres elaboraciones brillantes, según el jurado, que se han deshecho en elogios hacia una mujer que jamás se había puesto delante de un fuego, pero que con trabajo y constancia ha demostrado una evolución meteórica en apenas dos meses y medio.

Aunque, eso sí, sin abandonar jamás la tranquilidad, el sosiego y hasta la parsimonia que han marcado su ritmo de trabajo y que, por momentos, han desesperado a más de uno durante el programa, sobre todo a Jordi Cruz, que no ha cesado en pedirla que sacara más carácter y pusiera más ímpetu, consciente, quizás, de que era lo que le faltaba para que explotara definitivamente en el concurso.

Pero Falcó ha sido siempre fiel a sí misma, a su carácter tímido, a una educación y un saber estar propios de alguien de su estatus social, aunque también ha sido capaz de romper el guión cuando ha hecho falta, como cuando con la euforia del triunfo se ha arrancado a darle un beso en la boca al propio Jordi Cruz.

Ambos han jugado a gustarse mutuamente durante el programa, y qué mejor manera de finalizar ese juego sano que con ese beso y ante la presencia de la mismísima Isabel Preysler, que, cómplice también de ese juego sano, se ha referido a Jordi, incluso, como su yerno.

Bromas aparte, el camino de Tamara Falcó hasta convertirse en la cuarta MasterChef Celebrity España no ha sido tan fácil como se esperaba, pues, después de ser derrotada en la primera prueba por Félix Gómez, ha tenido que esperar a la de exteriores para desquitarse de Boris Izaguirre y Vicky Martín Berrocal.

Pero la noche arrancaba con Félix Gómez como gran protagonista, al replicar a las mil maravillas tres elaboraciones repletas de técnica y mucha dificultad con el atún como eje principal y llevadas a cabo por Jordi Cruz, con el hándicap añadido de que tenía que ir siguiendo los pasos y a la misma velocidad que el chef poseedor de cuatro estrellas Michelín.

Con el actor ya ataviado con su chaquetilla de duelista final, solo quedaba la prueba de exteriores, que en esta ocasión ha tenido lugar en el restaurante MasterChef de Madrid y en el que los tres concursantes restantes tenían que elegir dos de los seis platos confeccionados por los tres jueces de unos de los Talent Show más exitosos de la parrilla televisiva nacional.

Cosas del destino, Falcó, que había sido la segunda mejor en la prueba anterior, eligió los dos de Jordi Cruz: unos tomates concentrados, salmorejo, yema cóctel y miel caramelizada; y un nitro coco con limón, yogur y manzana ácida, elaboraciones con las que ha cautivado también a los 15 chefs a los que tenían que dar de comer.

Tanta fue su superioridad, que hasta le dio tiempo a echar una mano a Vicky Martín Berrocal, que, como Boris, se quedaron muy lejos del nivel exhibido por la que después sería la gran ganadora de un programa amable, familiar, divertido y, en su versión VIP, también solidario, pues todo el dinero con el que se premiaba a los concursantes debían ser donados a distintas ONG.

Los 75.000 euros del premio final -además del trofeo y un curso en el Basque Culinaty Center- han ido destinados a Mensajeros de la Paz, del padre Ángel, un perfecto colofón a una edición más flojita con respecto a las tres anteriores, pero que, sin embargo, ha contado con una final de muchísimo nivel y que ha encumbrado a Tamara Falcó, de la «jet set» a reina de los fogones.