El presentador se enfrentó a su temor a las turbulencias y a la sensación de caída. | Telecinco

Carlos Sobera se ha enfrentado a sus temores en Los miedos de. El presentador de Mediaset confesó la noche de este lunes en el programa de Cuatro que desde siempre ha sentido pánico a la sensación de caída libre y a las turbulencias. Para poder luchar contra sus miedos el vasco contó con el apoyo incondicional de su mujer, Patricia Santamarina. El primer reto al que tuvo que enfrentarse el comunicador fue a una atracción de 100 metros de altura, pero la experiencia no fue muy positiva. A pesar que desde el programa intentaron convencer a Carlos e incluso su mujer intervino, finalmente se negó a hacer la prueba: «Eso no es para gente normal. No me voy a montar, yo soy hombre de tierra firme. No es nada agradable esa visión de verlo todo en el aire y estar suspendido por ahí», criticó.

Eso sí, se animó a subirse a la versión infantil: «No me ha dado miedo la altura, pero ese movimiento frenético, te crea la misma inseguridad que si estuvieras en el grande», aseguró. En el caso de las turbulencias, el reto fue algo mejor, ya que pudo estar acompañado en todo momento por su mujer. «Mi cuerpo siempre reacciona de la misma manera, me contraigo y me entra un sudor frío tremendo, me agarro a los antebrazos del sillón y le cojo la mano a mi mujer si está al lado», indicó momentos antes de subirse a un avión de hélices.

Además, aprovechó para lanzar un dardo a su pareja: «Cada vez que me subo en un avión y hay turbulencias pienso que el avión se va a caer y yo con él. No me gusta nada que se ría cuando yo lo paso mal, le digo que es una insolidaria. Espero que estés conmigo, cariño, y no contra mí». Al margen de los reproches, el vasco tiene claro que su mujer es su mejor apoyo: «No hay nadie como ella para calmarme y cuidarme cuando sufro estos ataques de pánico». Gracias a Patricia y a los consejos del piloto, Carlos pudo enfrentarse a su miedo: «Ha habido un momento en el que me he puesto muy tenso, pero después de pasar por esa turbulencia, no me he sentido inseguro, ni mal».