Como consecuencia de estas adicciones, se vio en un aislamiento absoluto: «Sientes tanta vergüenza que tú por supuesto no quieres ningún trato social en esos momentos». «Caí en el alcoholismo. Mi psiquiatra me decía que no consideraba que mi problema fuera propiamente de alcoholismo, sino de ansiedad, de compulsividad. Fue una rueda que me fue pasando por encima», reconoció al catalán. Respecto a su vida sentimental, aseguró que siempre ha sido «un perdedor»: «Yo no perdí la virginidad hasta que yo no empecé a actuar con 28 o 29 años, hasta ese punto se puede decir que yo he sido siempre un perdedor sentimental».
Eso sí, asegura que gracias a su trabajo consiguió mejorar su forma de relacionarse con las mujeres: «Me subía al escenario, empezaba a hablar y parecía que eso de alguna manera ya me daba una posibilidad de poder seguir cierta conversación, de poder empezar a besarme con una chica y luego irnos a la cama». Ignatius también aprovechó la conversación con Évole para criticar la moralidad actual, y define a la izquierda política como «puritana»: «Se piensa demasiado si hay que reírse o no de algo. Y cuando se atreve, ya ha pasado la oportunidad».
También tuvo presente a la derecha: «El punky se lo ha robado la derecha, porque tiene esa desfachatez. Trump, Bolsonaro o Ayuso juegan a hacerse el antisistema, a hacerse las víctimas, porque estratégicamente eso les hace ganar elecciones». Jordi, por su parte, volvió a sufrir un ataque de cataplexia durante el programa e incluso reflexionó sobre la importancia que tiene para él la comedia. «Yo soy un loco de la risa, me parece que es lo más». Eso sí, lamentó que por sus problemas de salud ha cambiado su actitud: «Mi relación con la risa ha pasado a ser un poco conflictiva porque me ha provocado una patología».
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