ESPECIAL PARA UH
Marco Pantani asestó el hachazo definitivo al Giro de Italia, al vencer en la decimonovena etapa, con final en el Alpe de Pampeago, en los Dolomitas italianos, en cuyas rampas finales se fue de sus rivales.

Las exhibiciones de Pantani comienzan a ser habituales y lo sucedido en la jornada estaba dentro de lo previsible. El pirata lo tenía todo perfectamente calculado.

Aguantó en un primer grupo durante los dos primeros puertos de la jornada, enfiló el de la llegada en posición de ataque y resolvió a falta de unos cuatro kilómetros para la meta, justo en las cuestas con más pendiente de Pampeago.

La etapa, que partió de Castelfranco y tuvo 166 kilómetros de recorrido, fue durísima, con dos puertos de primera categoría y un final en alto con nueve kilómetros de ascensión.

Pantani se deshizo de sus rivales por eliminación. En la primera parte de la carrera permitió que Piccoli y el colombiano Chepe González tomasen la delantera por la Cima de Campo y empezó su tarea de desgaste una vez superado este primer puerto.

Con un pedaleo constante y regular y sin perder nunca la línea recta, Pantani se asomó a la cabeza del grupo y se llevó a su rueda a los más fuertes.
Entre ellos figuraban los primeros clasificados en la general, como Paolo Salvodelli, Laurent Jalabert, Ivan Gotti, Daniel Clavero, así como Zintchenko, Buenahora, De Paoli, Zaina, Oscar Ssvilla, Roberto Heras y Camenzind, entre otros, hasta formar un grupo de una veintena de corredores.

En la subida a Manghen el grupo resistió con decoro la marcha impuesta por Pantani e incluso el colombiano Hernán Buenahora (Vitalicio Seguros) se permitió la osadía de intentar llegar a la cima en primera posición.

Pantani, que lo quiere todo, no lo permitió y cruzó Manghen a la cabeza, seguido de Enrico Zaina y de Daniele De Paoli. En el descenso Paolo Savoldelli fue el protagonista y llegó a alcanzar una ventaja de cuarenta segundos, pero en las faldas de Pampeago fue cazado. Pampeago fue el escenario final del golpe de Pantani, que comenzó a imprimir un ritmo más intenso que provocó la flojera de Laurent Jalabert y de Richard Virenque.