C on Cúper en el banquillo de madera del Valencia CF; Dani García junto a Van Gaal y Marcelino Elena en la Premier League, el Real Mallorca encara otro viaje excitante por la Liga con la solvencia que le otorga haber cosido un proyecto sólido. Mario Gómez, otro discípulo aventajado de Carlos Timoteo Griguol "ahora en afincado en Sevilla", portará la pizarra de un equipo que ha vendido menos de lo que auguraba su propio entorno y que mantiene el bloque que durante el curso anterior le permitió moverse entre los mejores equipos de la élite nacional e incluso de Europa. El nuevo Mallorca es una apuesta por la continuidad, aunque adornado con un último fichaje que supera lo estrictamente futbolísticos: Miquel Angel Nadal. De hecho, sólo la falta de pegada que ha exhibido en sus compromisos más relevantes de la pretemporada y en su primer partido oficial "la previa de la Liga de Campeones" parecen proyectar algunas dudas.

Mario Gómez no ha querido aplicar revolución alguna. Su Mallorca guarda muchas similitudes con el que y encumbró Cúper. El orden y el repliegue siguen siendo aspectos fundamentales en un conjunto que aspira a reeditar viejas sensaciones. El nuevo técnico, como hiciera su antecesor en el cargo, no ha querido fijar listón alguno, pero las expectativas son máximas, tanto en la inminente competición doméstica como en Europa. El equipo acaricia la Liga de Campeones "sólo el modesto Molde aparece en el camino" y la posibilidad de competir en la máxima competición continental, incluída la herencia ganadora de las dos últimas temporadas, ha tenido una influencia social espetacular. El Mallorca alcanza los trece mil abonados y su nombre infunde respeto en todo el panorama futbolístico nacional.