TXEMA GARCIA - EFE
Si en los primeros días había dos torneos en el plano organizativo, el desastre total en Bélgica y un correcto funcionamiento en Holanda, aunque muy lejos de la perfección existente en el Mundial de Francia, ahora las dos Eurocopas se han trasladado también a la calle.

La eliminación prematura de Bélgica del torneo ha supuesto una decepción de gran magnitud en una población ilusionada con su equipo, sobre todo tras debutar en la Eurocopa con una victoria ante Suecia, y que soñaba con que los Van Kerckhoven, Wilmots, Staelens, Nilis, Mpenza y compañía reeditasen los éxitos de aquellos «diablos rojos» que fueron subcampeones de Europa en 1980. En Bélgica, la Eurocopa ha desaparecido ya de los escaparates de las tiendas y sus productos licenciados no se encuentran o forman parte ya de las ofertas y las rebajas. En las calles de Bélgica, los ciudadanos están más pendientes de otros temas o de aspectos colaterales de la Eurocopa, como los incidentes protagonizados por algunos aficionados radicales. Sólo algunos flamencos han adoptado como su segundo equipo a Holanda, mientras que otros valones hacen lo propio con Francia. Los que sonríen sin disimular son los numerosos turcos residentes en el país, que llevan con orgullo nacional la bandera de su equipo, el que precisamente dejó en la cuneta en la primera fase a la Bélgica de sus patrones.

Pero la segunda Eurocopa está en Holanda. El otro país coorganizador de la Eurocopa se ha vestido de naranja y vibra con los, hasta ahora, éxitos de su selección. Banderas en los vehículos, edificios con grandes murales y letreros luminosos que desean un «éxito naranja», banderolas y globos que adornan las casas, productos alusivos a la Eurocopa de todo tipo, desde camisetas, bufandas y gorras hasta vasos, cubiertos y gafas en las tiendas. Todo el país es «orange» y un sentimiento.