EFE - Madrid
Los aficionados confluyeron en masa en la plaza de Cibeles para, ante la fuente de la diosa romana que conduce el carro tirado por leones, celebrar junto con los jugadores un título que se le había resistido al equipo blanco en los últimos tres años. Según la policía municipal, cerca de 10.000 hinchas del Real Madrid estaban ya en Cibeles a los pocos minutos de concluir el partido entre el conjunto madridista y el Alavés, que dio matemáticamente el título de Liga al club capitalino. El estadio Santiago Bernabéu, distante unos 3 kilómetros de la plaza de la Cibeles, se convirtió en escenario de una gran fiesta nada más concluir el partido.

El pitido final del árbitro, tras el 5-0 que endosó el Real Madrid al Alavés, dio paso a una explosión de júbilo de los jugadores del equipo de Vicente del Bosque y de los 74.000 aficionados que abarrotaron el coliseo madrileño. Dos horas después de terminado el partido los jugadores descendieron en autocar descubierto por el paseo de la Castellana hasta llegar a Cibeles, donde los esperaban sus seguidores con flamear de banderas españolas y blancas del Real Madrid.

Tras dar una vuelta con el autocar alrededor de la fuente, los jugadores madridistas, salvo Illgner, que prefirió quedarse en el interior del vehículo, se encaramaron a la fuente y de nuevo Raúl, tal y como ya hiciera en la última celebración tras obtener la Copa de Campeones, fue el primero en alcanzar lo más alto de la estatua de la diosa Cibeles a la que puso, a modo de bufanda, una bandera del Real Madrid. Junto a Raúl el resto de la plantilla del equipo blanco se fue haciendo un hueco, especialmente Figo, que portando una bufanda de su equipo y otra con la de Portugal tomó posesión en lo más alto de la estatua.