Los jugadores de la selección española realizan ejercicios bajo la atenta mirada del entrenador José Antonio Camacho.

Isidro Santos ULSAN
La selección española ultima su preparación para el partido de mañana ante la República de Irlanda y engrasa sus armas para intentar que el equipo de Mick McCarthy no la saque del camino que conduce hacia los cuartos de final del Mundial 2002. El seleccionador español, José Antonio Camacho, dirigió ayer un entrenamiento de una hora y media de duración en el que intentó que sus jugadores tengan muy claros algunos conceptos tácticos que pueden ayudarles a vencer a los irlandeses.

Lo que no hizo Camacho fue dar pistas de la alineación que presentará en el encuentro de octavos de final. En muchos de los ejercicios mezcló a los posibles titulares con los teóricos suplentes. Sus propios jugadores no sabrán hasta última hora quiénes estarán en el once inicial.

Al entrenamiento, bajo un intenso calor, asistieron familiares de algunos jugadores que han viajado a Corea del Sur. No faltó, como en los últimos días, el padre de Fernando Hierro, Antonio, y las novias de varios futbolistas de Camacho, como Tristán, Ricardo, De Pedro, Juanfran y Albelda. La buena noticia para el equipo español es que Diego Tristán ya está recuperado del estiramiento del abductor izquierdo que sufrió durante el encuentro ante Paraguay.

Quien no se entrenó ayer fue David Albelda, que está aquejado de una pubalgia desde hace tiempo y «hoy "por ayer" se despertó con molestias, que no cedieron al principio del entrenamiento, y se decidió que era mejor no forzar», informó el doctor Borrás.

El ambiente en el seno del equipo de Camacho es excelente, como lo ha sido durante toda la concentración, y más después de los tres triunfos conseguidos en la primera fase, ante Eslovenia, Paraguay y Suráfrica, pero entre todos, jugadores y técnicos, han logrado quitarse de encima la euforia. Saben que el exceso de confianza pueden pagarlo con una derrota el domingo que ya sería irreversible. En la primera fase del Mundial se puede reaccionar si se pierde un partido. Ahora, no.