Van Gaal no se imaginó el partido de ayer ni en su mejor sueño. Àlvaro Novo y Samuel Etoo se aliaron con el holandés, fueron sus mejores hombres sobre el campo y le facilitaron el partido con sus dos autoexpulsiones.

La clave estuvo en Diego Motta. El brasileño se encargó, primero de desquiciar a Novo y después de esperar que Samuel perdiese con él los nervios. Lo primero lo tuvo fácil, lo segundo le dolió un poco más -la entrada de Etoo es sangrante- pero también consiguió su propósito. En resumen. El Mallorca, cuando se cumplió la primera media hora de partido se quedó sin dos hombres fundamentales y a los 43 minutos ya perdía cero a dos.

El partido, que empezó con ritmo, quedó completamente roto cuando transcurría el minuto 22. Novo cabecea o lanza un manotazo a Mota y el asistente así se lo comunica a Iturralde González que no duda en expulsar al cordobés. Antes de que esto sucediera el partido prometía. Riera se lucía, Overmars creaba innumerables problemas a Campano y los dos equipos, con un juego vertical y también de bandas, jugaban bonito y además con fluidez. Pero la acción de Novo dejó roto el choque. Fue marcharse el cordobés y marcar el Barça. Motta, el mismo que había echado a Àlvaro, asistió al interior del área y Kluivert, de cabeza, abrió el marcador.

A partir de ahí el equipo de Van Gaal empezó a controlar con total comodidad. El Mallorca no creaba problemas de ningún tipo. Además de quedar en inferioridad numérica también dio facilidades en jugadas puntuales como la del minuto 30. En ese momento Poli, en una gran acción, pudo forzar penalti pero le faltó inocencia para hacerlo y con su acción también ayudó a Van Gaal.

Poco después se cerró el encuentro. Etoo, resentido con Motta, le pegó una de esas patadas violentas que el comité suele castigar con tres, cuatro o hasta cinco partidos. Fue violenta, salvaje, exagerada. Samuel se autodestruyó y con su acción mandó al Mallorca al infierno. El partido acabó justo en el momento en que empezó la pesadilla. Poco antes de llegar al descanso Overmars marcó el segundo y tuvo la delicadeza de ni tan siquiera celebrarlo. En la segunda parte la historia tocó a su fin muy pronto. Patrick Kluivert marcó dos goles más y en el minuto seis de la reanudación situó el cero a cuatro en el marcador. Fue la imagen más triste de un Mallorca que está perdiendo el rumbo tan rápidamente como lo enderezó después de la tercera jornada de Liga.

El Madrid vino y marcó cinco ayer el Barça volvió a golear y los números empiezan a ser terroríficos. De los últimos quince puntos se han sumado dos y, de no ser por el colchón que se consiguió estas semanas, la situación ahora sería dramática. Ayer el Mallorca dio oxígeno a Van Gaal a costa de firmar una actuación desastrosa apoyada principalmente por quedarse con dos hombres menos. Menos mal que con el cero a cuatro el cuadro azulgrana se apiadó de los nueve que tenía en frente.