El partido de esta tarde en Mestalla reunirá a dos genios del balón, a dos artistas del fútbol, a dos hombres cuya capacidad de inventar sobre el terreno de juego es superior a la del resto de profesionales que se darán hoy cita sobre el césped del estadio valencianista. Pablo César Aimar y Ariel Santiago Miguel Ibagaza capitalizan el protagonismo en la previa del choque entre Valencia y Mallorca. Son dos jugadores casi clónicos y con el paso del tiempo su fútbol se ha convertido en imprescindible para sus respectivos entrenadores. Manejan la pelota con criterio, encuentran espacios donde no los hay y piensan algunas milésimas de segundo antes que los demás. Benítez no entiende, hoy por hoy, su Valencia sin Aimar y Manzano no se imagina un Mallorca sin Ibagaza.

Los dos jugadores tuvieron una adaptación difícil, tanto en sus equipos como en el fútbol español, pero una vez superado ese trance y acomodados al nuevo entorno, las aportaciones de ambos jugadores han sido fundamentales para entender a su vez los éxitos cosechados por ambas escuadras. Los dos tienen llegada, pegada y gol pero, sobre todo, la principal virtud de estos dos jugadores está en dar milimétricamente ese último pase, ese mismo que suele llevar a la gloria a poco que el delantero acierte a golpear a la pelota con una mínima precisión. Argentinos de nacimiento pero españoles de adopción, tanto Aimar como Ibagaza son piezas codiciadas por los grandes desde que abandonaron su país para iniciar la aventura europea.Si bien el juego de ambos futbolistas es prácticamente calcado, la principal diferencia entre ambos genios radica en el punto de sacrificio sobre el terreno de juego, es decir, en el trabajo a veces defensivo que uno tiene que hacer para ayudar a sus compañero en las acciones defensivas. Ahí le gana sin duda Ibagaza la partida a Aimar. El mallorquinista es más solidario, entiende más las necesidades generales del equipo y no duda en bregarse con quien haga falta y las veces que sea necesario si así lo requiere el guión. Lo que está claro es que los dos jugadores son un lujo para el fútbol y un auténtico privilegio para Valencia y Mallorca respectivamente. Hoy, en Mestalla, dos genios andan sueltos.