La selección española necesita recomponer la figura, reencontrarse consigo misma y amarrar los tres puntos ante Irlanda del Norte si no quiere que el camino hacia la Eurocopa 2004 se convierta en un andar tortuoso y más difícil de lo que se preveía tras el sorteo y los cuatro primeros partidos.

La derrota del viernes en Zaragoza contra Grecia (0-1) ha convertido el encuentro de Windsor Park en un compromiso vital, en el que todo lo que no sea un triunfo del equipo de Iñaki Sáez puede encender las luces de alarma.

España podía haber certificado su clasificación entre La Romareda y la capital norirlandesa, pero el gol de Stylianos Giannakopoulos dio una vida inesperada al liderato del grupo 6, que sigue en poder de España, pero ahora con una escasa ventaja sobre Grecia y Ucrania, que se miden también hoy en Atenas.

La suerte que tiene el cuadro de Sáez es que sigue dependiendo de sí misma, que tenía margen suficiente como para cometer un error. Pero solo uno, de manera que un encuentro que casi se catalogaba de trámite ha pasado a tener una gran trascendencia, tanto que Sáez ha explicado a sus pupilos que tiene que afrontarlo como una eliminatoria de Copa a partido único fuera de casa.

Un triunfo en Belfast devolverá la sonrisa a la selección española y de paso servirá para reemprender el rumbo hacia Portugal 2004, aunque ya sin la suficiencia expresada hasta el viernes.

La teoría indica que España tiene también la fortuna de enfrentarse a la «cenicienta» del grupo. Irlanda del Norte es actualmente el peor equipo de las islas británicas. El cuadro de Sammy McIlroy, que camina fuera de los cien primeros de la clasificación de la FIFA, lleva diez encuentros sin ganar y un total de 882 minutos sin marcar tanto alguno. Por lo tanto, es el último clasificado del grupo, con tan solo un punto (0-0 ante Ucrania) y ni un solo gol. Estas cifras lo dicen todo de una selección que dista mucho de aquella que sorprendió a España en el Mundial'82 y que también estuvo en el de México'86. McIlroy, a quien defienden históricos del fútbol norirlandés como Liam Brady, tiene cada vez que hace una convocatoria tremendos problemas para formar un grupo competitivo. Las bajas de hombres como Keith Gillespie, Steve Lomas, James Quinn o Phil Mulryne, merman su ya justo potencial.

Por ello, el técnico norirlandés ha tenido que apostar por la juventud, por echar mano del orgullo y decirle a sus inexpertos pupilos que se deben de olvidar de los nombres y la fama de sus rivales y defender con todo la camiseta de Irlanda del Norte.

El seleccionador, como tenía previsto, hará varios cambios respecto al once que saltó al césped de La Romareda. El primero y más significado es el regreso de Rubén Baraja, quien faltó a la cita aragonesa por sanción.

Baraja dará más frescura al doble pivote de la medular y aportará su fuerza y su llegada al área rival, dato fundamental a la vista de que en teoría los hombres más ofensivos van a disponer de pocos huecos y van a estar más marcados. De hecho, entre los dos últimos enfrentamientos entre ambos equipos el vallisoletano ha conseguido tres tantos.

Raúl González intentará resarcirse de su discreto partido ante Grecia y trabajará por volver a tirar del carro, aunque lo tendrán que hacer todos para sacar a la selección española de una situación que se ha complicado sobremanera. España debe salir sin reservas a por el triunfo, pero con atención y cuidado para no dar opción a su rival.