Ahora que la NBA es más global y planetaria que nunca, va y nos quedamos sin verla. Es curioso que hayamos visto jugar a tipos innombrables, que hayamos aguantado hasta altas horas de la madrugada para ver un triple de Drexler, una finta de Barkley, un tapón de Ralph Sampson o un vuelo de Jordan y ahora, cuando hay dos españoles en la liga, por la noche tendremos que zamparnos otra reposición de Los Serrano. No hay noticia que aparezca relacionada con la televisión que no acerque al baloncesto a la desaparición, que lo haga invisible. Aseguran los gestores de las cadenas públicas y privadas que todo tiene que ver que con las audiencias, pero los pabellones de la ACB siguen llenos y el sitio web de la NBA es uno de los más visitados en España. ¿Qué pasa entonces?

Lo cierto es que la NBA empieza esta madrugada, mientras todos estemos durmiendo. Y lo hace con Detroit defendiendo el título, con San Antonio un año más maduro, Houston teniendo un perímetro reforzado y con Denver como alternativa válida en el Oeste. Todo tiene buena pinta, porque los cambios han ayudado a socializarlo todo. McGrady se ha ido a echarle una mano a Yao Ming, Nash se ha afiliado al proyecto de baloncesto lucido de Phoenix, Shaquille O'Neal se ha cambiado de conferencia en busca de otro reto y Kobe Bryant tratará de demostrar que los Lakers siguen vivos.Pau Gasol ha logrado cerrar un contrato multimillonario, algo que ha generado un buen puñado de envidias. «Soy mejor que él y cobro mucho menos», espetó el otro día Randolph, un fajador de Portland. Lo cierto es que el tirillas de Sant Boi está ante su temporada más excitante, porque los Grizzlies tienen una oportunidad histórica de hacer cosas grandes en los play-offs. Mientras, Raúl López intenta superar los problemas en la rodilla que han castigado su progresión. El base acaba de renovar una temporada, un lujo en un equipo que tiene a Carlos Arroyo.