El duro invierno en la vida de los ciclistas alcanza su cénit con el inicio de la pretemporada. El Illes Balears no es una excepción y, pese a ser el último equipo en echar a rodar, la intensidad de las sesiones de trabajo es la más exigente. No han cambiado muchas cosas en el seno del grupo dirigido por Eusebio Unzúe, José Luis Jaimerena y Alfonso Galilea. Más que ausencias, los nuevos fichajes copan buena parte del protagonismo. Pero en especial uno: Alejandro Valverde. El murciano era la joya pretendida por todo el ciclismo continental, pero José Miguel Echávarri y la seriedad de su proyecto convencieron al corredor español con mayor proyección internacional. La presentación oficial del Team Illes Balears tendrá lugar este jueves, pero desde hace una semana, los veinticinco corredores se encuentran concentrados en el hotel Es Figueral Nou de Montuïri. El stage de pretemporada es una fase en la que coger la forma es una de las prioridades, además de integrar a un grupo con ocho nuevos rostros en sus filas. Valverde es el más notable, pero otros ilustres del pelotón han optado por la opción del Illes Balears. Sergi Escobar -campeón del mundo y doble medallista olímpico en persecución-, José Cayetano Juliá, José Luis Carrasco, Jonathan González, Imanol Erviti, Iker Leonet, Alejandro Valverde y David Arroyo se han incorporado y conforman la savia nueva del primer proyecto en el UCI Pro Tour, que marcará el inicio de una nueva era en el mundo del pedal y en el que el Illes Balears cuenta, por el momento, con una licencia por espacio de dos años.

El día a día en la disciplina del Illes Balears refleja la exigencia de un deporte sacrificado. A primera hora de la mañana, comienza el movimiento en habitaciones, vehículos y comedor. Los más madrugadores cargan baterías con un desayuno fuerte y aprovechan para compartir impresiones o trazar el recorrido del entrenamiento que les aguarda. Cereales, repostería y un buen café componen el menú más habitual. Los primeros en abandonar el comedor suelen ser los mecánicos, que comienzan la puesta a punto de las bicicletas y los automóviles que acompañan a los corredores durante su rodaje. Mientras, los profesionales del pedal apuran el tiempo que les resta para consultar internet, su correo electrónico o conversar con la familia. Enfundarse el maillot y abrigarse bien supone el paso previo antes de salir de la habitación con destino al box de los mecánicos.

Los últimos ajustes a las bicicletas y el acopio de barritas energéticas preceden a la señal de salida que llega desde los coches. Con Tauler, Horrach, Colom y Reynés como guías, les espera una larga serie de kilómetros para poner a punto las piernas y perder esos kilos que a estas alturas sobran. A algunos, la forma no les obsesiona, pues sus objetivos llegan más tarde en el calendario. Al llegar de nuevo al hotel de concentración, todo son ganas de descansar. Los corredores se enclaustran en sus habitaciones y el mejor amigo es un buen libro, el ordenador portátil o el compañero de turno. La cena y el pertinente masaje son las únicas excusas para abandonar las estancias, aunque es bastante habitual que los corredores opten por meterse en la cama pronto, conscientes de que al día siguiente les espera otra jornada de entrenamiento y un nuevo examen. Pero el primero serio llegará en la Challenge, la pista de pruebas ideal para conocer el grado de competitividad del equipo capitaneado por Eusebio Unzúe.