C. Vidal Ni el temporal ni la posible menor asistencia de pilotos por los problemas de conexión con la isla afectan a la tradicional Pujada a sa Cala, que hoy arranca motores para disputar la última prueba del Campeonato de España de montaña. «A no ser que la lluvia se convierta en un problema de seguridad para los pilotos, no hay riesgo de suspensión. Las previsiones meteorológicas son de mojado para el sábado y seco para el domingo, por lo que en caso de máxima necesidad se disputarían las dos mangas a lo largo del domingo», declara Jaime Cervelló, director de carrera de la Pujada.

Dejando el tiempo de lado, Cervelló asegura que todo está a punto para el desarrollo de la prueba. «El único inconveniente serio es el tema de los vuelos y de los barcos que debían llegar hoy (por ayer) a Eivissa, que afecta a algún piloto y a los jueces. Lo demás es cuestión de que se corra la prueba con neumáticos de agua», añade Cervelló. En principio estaban apuntados un total de 46 pilotos, una cifra inferior al de otros años debido al incremento en las medidas de seguridad. «A veces se quiere tener muchos pilotos, pero con este número se verá una prueba más rápida y espectacular. Además, los mejores pilotos del nacional y del balear están todos aquí», asegura.

La Pujada también servirá para decidir el título nacional entre López-Fombona, el vigente campeón, y Luis Flores. «Seguro que será un duelo muy disputado y en el que no se sabe que pasará hasta el final. Flores parte como favorito, pero Fombona lleva muchos años como líder y es capaz de todo», añade.