La familia Gullit ha revolucionado la vida de la tranquila localidad de Sant Jordi. El mítico ex futbolista holandés se ha comprado una casa en el municipio ibicenco y durante su estancia en la isla quiere seguir disfrutando del deporte que le dio la gloria. Y como cualquier padre, Ruud quiere que su hijo siga sus pasos en el mundo del fútbol.

Max Gullit tiene siete años. A través del padre del portero del alevín B que dirige José María Martínez Joshua, el joven holandés comenzó a entrenar la semana pasada con el equipo verdinegro y disputó el sábado el encuentro de liga ante la UD Ibiza. Los aficionados quedaron sorprendidos por la presencia en la grada de uno de los componentes de la naranja mecánica. Por el momento, su hijo Max ha cambiado los colores de aquella insigne selección holandesa por el verde del Sant Jordi Atlètic. Pese a caer por 2-3 ante el conjunto rojillo, la gran atracción era ver en directo las evoluciones del primogénito del mismísimo Ruud Gullit, así como compartir asiento con una estrella de tal magnitud.

Max no pudo asistir ayer a la sesión vespertina con sus nuevos compañeros, que tienen tres y cuatro años más que él. El técnico no sabe cuánto tiempo tendrá al jugador bajo sus órdenes, ya que los compromisos laborales de Rudd Gullit hacen que pase largas temporadas fuera de la isla. Pero su presencia en Sant Jordi es todo un lujo para los aficionados del equipo verdinegro.

En julio de 2008 acabó su etapa como técnico de Los Àngeles Galaxy de David Bechkam. Desde entonces ejerce como comentarista de un medio británico para los partidos de la Premier.

Un histórico

Cualquier entendido del fútbol recordará a uno de los mejores jugadores que ha dado la escuela holandesa. Gullit militó en las filas de equipos como el PSV Eindhoven, AC Milan o Chelsea, donde acabó su carrera haciendo las veces de entrenador. En 1987 fue galardonado con el Balón de Oro de Europa y el Premio World Soccer al mejor jugador del mundo, entre otros premios. Con la selección holandesa consiguió la Eurocopa en 1988. Junto a Marco Van Basten formó parte de uno de los mejores equipos en la historia del Milan, que ganó dos veces la Copa de Europa y la Copa Intercontinental.

Si el equipo B disfruta estos días de la presencia de Rudd Gullit y de su hijo Max, el alevín A que dirige Juanfran Ribas se está mostrando como una auténtica apisonadora sobre los terrenos de juego. El pasado fin de semana consiguió un resultado probablemente histórico: 35-0. El damnificado fue el Santa Eulària, pero hay que reseñar que sus jugadores son alevines de primer año. La PE Sant Jordi ocupa la primera plaza del grupo 1 del torneo de clasificación de fútbol 7 alevín. Ha vencido los cuatro partidos que ha disputado y tiene en su haber 78 goles a favor y sólo dos en contra. Estos registron dejan una media de goles inverosímil de 12,75 por encuentro. Oliver, coordinador de fútbol base del club verdinegro, reconoce la calidad del primer equipo alevín, aunque asegura que se disputará el torneo con la SD Portmany, líder del grupo 3. «En el equipo hay tres niños que juegan también con el infantil porque tienen mucha planta y miden más de 1'70. El resto del equipo son chicos con bastante calidad. Para ganar 35-0 tienes que tener gente buena. La victoria final estará entre ellos y el Portmany. Nosotros somos fuertes y físicamente estamos bien y ellos son un equipo de más calidad».