Pelotazo va, pelotazo viene. Jonan García pugna con Campabadal por un balón aéreo. El primer tiempo aburrió hasta al mismísimo balón, sobre todo cuando lo tenía en us pies el cuadro ibicenco.

Dicen que a entrenador nuevo, victoria segura, pero con la SE Eivissa no se cumplió. El equipo ibicenco consiguió in extremis un punto que sabe a poco y no sirve de mucho ante el Lleida en un partido que ofreció dos caras muy diferentes, como si del mismísimo Dr. Jekyll y Mr. Hide se tratara. En la primera parte, el equipo ibicenco ofreció su peor imagen en muchísimo tiempo, pero, en la segunda, reaccionó e hizo méritos no sólo para empatar, sino incluso ganar el encuentro.

El 4-1-4-1 por el que apostó la SE Eivissa no surtió el efecto esperado. De hecho, sólo consiguió que el equipo ibicenco fuera la sombra de su sombra. El conjunto de Quique Yagüe fue una marioneta en manos de un Lleida que dominó por completo la posesión del balón, si bien no supo traducirlo en oportunidades de gol.

Los rojillos deambulaban por el campo como gallos sin cabeza. No eran un equipo. Ni buscaban las entradas por las bandas ni practicaban un juego directo. Simplemente, no jugaban a nada. Javi Moreno estaba excesivamente solo en punta y no le llegaban balones de ningún tipo. Y eso que detrás de él estaba una línea formada por De Pablos, Sanz, Jonan García y Raúl Rodríguez. El primero sigue sin aportar nada; el segundo perdió profundidad en su nueva posición, y los otros dos tampoco tuvieron el protagonismo deseado.

El equipo ilerdense aprovechó esta tesitura para hacerse con el control de la pelota y jugar con una tranquilidad pasmosa sobre el césped de Can Misses. Su primera ocasión para desequilibrar la balanza llegó en el minuto 19, en un cabezazo bombeado de Mikel Àlvaro tras el que Manu cedió un saque de esquina.

Pasado el ecuador de este primer acto llegó la jugada clave del partido, cuando un córner botado por el cuadro visitante acabó con una caída dentro del área que el árbitro castigó con penalti. Sólo él lo vio. En la ejecución, Miki no perdonó desde los once metros. Tocaba remar a contracorriente y con el juego más espeso del año.

Tan mal estaba el panorama que el Eivissa no disparó por primera vez a portería hasta el minuto 44 por mediación de Juan Carlos Sanz y a la contra. El equipo ibicenco necesitaba un cambio y éste no se hizo esperar. De Pablos se quedó en el banquillo tras el descanso y su lugar lo ocupó el italoalemán Pisano, abandonado así el conjunto de Quique Yagüe el 4-1-4-1 para dar paso a un más clásico 4-4-2.

La escuadra local mejoró notablemente y el partido cambió por completo. Desde el primer minuto, el que mandaba era el Eivissa. El recién incorporado delantero centro abanderó el despertar rojillo en una jugada en la que dejó atrás a dos adversarios. El público se animó y los jugadores locales, también. Los pitiusos se volcaron en ataque en busca del empate y Rial estuvo a punto de conseguirlo en el 51', pero su remate de cabeza en un córner botado por Juan Carlos Sanz encontró una espectacular respuesta por parte de Eduardo. Nadie podía creerse la mano que había sacado el portero.

Las mejores ocasiones del Eivissa en esta segunda mitad llegaron a balón parado, en las jugadas de estrategia. Javi Moreno quiso emular a Rial en el minuto 56, pero sólo rozó con la cabeza el balón, que se marchó fuera. Raúl Rodríguez lo intentó también con un disparo cruzado desde fuera del área que Eduardo detuvo sin problemas.

Debut de Carlos López

Yagüe decidió meter más pólvora e hizo debutar a Carlos López, el pichichi del filial, con el primer equipo en sustitución del defensa Ibon Begoña. Había que echar el resto. El Eivissa jugó por momentos con un 3-4-3, pero Sanz acabó retrasándose al lateral izquierdo para evitar males mayores y dar forma a un más conservador 4-3-3.

De nuevo en una jugada a balón parado se cantó uy en las gradas, en un testarazo de José Rodríguez que atajó el portero. En pleno empuje rojillo llegó la única ocasión visitante de este segundo periodo, en un trallazo de Sellarés desde 25 metros que Manu despejó a córner. Esto no fue más que un espejismo, porque el que buscaba el gol, y por necesidad, era el equipo local.

Tanto va el cántaro a la fuente que, al final, se rompe; en una jugada rocambolesca, un mal remate de Raúl Garrido se convirtió en un pase sensacional para que José García marcara a placer. El marcador, ahora sí, hacía justicia, si bien el 1-1 no evita que los de Can Misses continúen, una jornada más, en la zona de descenso.