Miguel Gutiérrez, ayer en Formentera. | Guillermo Romaní

Miguel Gutiérrez, el 'fisio' de la selección española en los últimos cinco mundiales, es un bilbaíno que el lunes cumple 64 años y lleva 34 veraneando con su familia en Formentera. Además, se escapa asiduamente y fuera de la temporada turística hacia un destino que siempre es el mismo: es Caló. «La primera vez que llegué a Formentera fue en una excursión procedente de Eivissa con Jabo Irureta, el ex jugador y actualmente entrenador, y nuestras familias, y cuando conocí la Isla ya reservé para el año siguiente sitio en Riu la Mola y, luego, en la Mola, pero desde hace 30 años toda la familia está aquí, en es Caló», dijo Miguel Gutiérrez. El fisioterapeuta llegó a Formentera hace una semana, pero se dedicó a descansar, dormir y romper la rutina habitual de sus estancias en Formentera para reponerse del Mundial. Y si ha de dar un mensaje de cómo se viven las cosas dentro, lo tiene claro: «Hay mucha calidad, muchas estrellas y mucha competencia, pero son un grupo, un equipo, una piña, y eso les hace fuertes. La derrota inicial ante Suiza los conjuró».
Gutiérrez ha participado ya en cinco mundiales. «Cinco más uno», puntualiza, ya que «en el 82 estuve como apoyo con la selección inglesa». También ha vivido cuatro europeos como fisioterapeuta de la selección. Acumula a sus espaldas 22 años trabajando en el Athletic de Bilbao, al que llegó en la temporada 1970-71, cuando el nuevo entrenador, Ronnie Allen, pidió una infraestructura semejante a la de los clubes ingleses.
Gutiérrez llegó a San Mamés y pilló «la época de esplendor con Ligas, Copas y UEFAs, y en un momento determinado las circunstancias de la vida me impulsaron a buscar otros horizontes y abrí una consulta particular. Sin embargo, sabía que había un colchón detrás, Villar, presidente de la federación. Había sido jugador del Athletic cuando yo trabajaba ahí y quiso que fuera a la selección».
Es un breve resumen de su intensa trayectoria en la parte que no se ve de los equipos de fútbol, el de la preparación y recuperación física de los jugadores. «había dos o tres que llegaron a Sudáfrica tocados o cortos de preparación a raíz de sus lesiones y operaciones», comento Gutiérrez en la terraza del bar que hay frente a la que es su 'casa' en Formentera, en alusión a Torres, Iniesta y Cesc.
Sobre su profesión, Miguel Gutiérrez explicó: "Mi padre era masajista autodidacta y yo comencé a estudiar lo que entonces era el ATS, ahora enfermería, y me especialicé en fisioterapia. Aunque luego comencé a estudiar medicina, las circunstancias familiares impidieron que siguiera adelante», afirmó con una sonrisa de oreja a oreja, como diciendo que no pasa nada. Sobre su llegada a la selección, Miguel señaló: «Estoy convencido de que soy un tipo con suerte y siempre he estado en la pomada porque hacer fisioterapia cuando la hice para mi padre era como si me hubiera hecho misionero».
«¿Y ahora qué?»
Gutiérrez recuerda que tras la Eurocopa de 2008, en el mismo bar de es Caló se preguntaba: «¿Y ahora qué?». Pero, de nuevo, Gutiérrez se cuestionaba lo mismo. «Hemos llegado muy lejos, a cotas insospechadas, pero lo más importante es mantenerse. Llegar se puede llegar de mil maneras, pero mantenerse es muy difícil y cuesta aún más, y para eso está la suerte del campeón», apuntó.
La derrota frente a Suiza fue un jarro de agua fría y, aunque «no merecieron perder, eso hizo que los jugadores implantaran un régimen de disciplina de conducta y de superación tras el que la suerte comenzó a tener cara propia». «Si no haces los méritos para que la suerte te acompañe, nadie te da nada», sentenció con una mezcla de estoicismo y sorna. Luego, reconoció que la derrota de Suiza y otras circunstancias no les afectaron de la misma manera que el impacto en España de la victoria. Cuando se subieron al avión y llegaron a España, «eso fue la locura».