Iván Guzmán, en el centro, sale del campo de Santa Eulària tras lesionarse en el derbi contra la Peña.

Cuando a alguien le salen mal las cosas se le dice que le ha mirado un tuerto, como si una maldición se hubiera cernido sobre él. Al San Rafael le ha debido mirar uno, no en lo que a resultados se refiere, que son excelentes, sino en el plano de lesiones y situaciones personales. No en vano, hasta cuatro jugadores se pierden buena parte de la temporada por culpa de una lesión de gravedad. Como decía Mario Ormaechea, «que te pase con uno o dos ya fastidia, pero con tres...». Pero es que no acaba aquí la historia. Y es que la temporada también se ha visto salpicada por el triste fallecimiento de tres familiares de miembros de la primera plantilla, así como por la marcha de tres futbolistas a principios de temporada por diversos motivos.
El panorama no tardó en pintar mal. En el mismo mes de agosto, el técnico rafeler tomó la decisión de prescindir de los servicios del recién contratado guardameta Frank Mas. «No ofrecía el rendimiento que esperábamos. Me sabe mal. Es un buen chaval, pero hay mucho en juego y no podía tenerlo. Un fichaje de fuera tiene que marcar las diferencias», justificó el míster.
En septiembre, comenzaron los problemas más serios. Primero, Francisco Torres vivió su última convocatoria oficial el día 5, en la segunda jornada. Decidió colgar los guantes e incorporarse al cuerpo técnico, convirtiéndose en la mano derecha del primer entrenador. El día 12, Àngel García, el delantero que tanto ansiaba el preparador azulino, jugó su último partido con la elástica azulina. Motivos laborales le empujaron a regresar a Mallorca y acabó fichando poco después por el Llosetense. Una semana después, el central Toni Pol también actuó por primera y última vez como titular con la camiseta del San Rafi ante el Binissalem. Luego, emprendió exactamente el mismo rumbo que Àngel.
En octubre se produjeron notificaciones aún peores. Primero, falleció el padre de Mario Ormaechea el día 23. El técnico recibió la noticia apenas unos minutos antes de comenzar el partido en casa del Felanitx. Una semana después, Adrián Ramos se fastidió los ligamentos cruzados de su pierna derecha en el duelo ante el Collerense, diciendo adiós a la temporada.
Noviembre tampoco fue precisamente dulce, como el nombre de la película. Rubén Nicolás, ante la falta de minutos, pidió la baja al club. Lo peor fue la pérdida del padre de Bonilla el día 20. El jugador causó baja para el partido del fin de semana.
Una vez finalizado el año y con el deseo de que todo fuera mejor el siguiente, 2011 no tardó en cebarse con el San Rafael. El día 2 de enero, el central Javier Devesa, que estaba exhibiendo un gran nivel, sufrió en el campo del Llosetense una doble fractura de la tibia y el peroné de su pierna izquierda a los 55 minutos. Otro que se perdía el resto de la campaña. Encima, Iván Guzmán se lesionó en el derbi contra la Peña, el día 23.

Más varapalos

Febrero también tenía reservados un par de reveses para los de Ormaechea. El día 26 se produjo el fallecimiento de la madre del técnico, un duro golpe para el míster, que perdió así a sus progenitores en cuatro meses. El equipo le brindó una goleada contra el Poblense el día siguiente, en el que reapareció Iván Guzmán en la segunda parte. Maldito el día que lo hizo. Recayó de su lesión y el día 23 de marzo se confirmó que padece una lesión de menisco.
Ahora que el curso está a punto de acabar, parecía que ya las cosas no podían ir a peor. Nada más lejos de la realidad. Olmos también causará baja lo que queda de Liga tras romperse la nariz en el choque contra el Campos del pasado domingo. Lo dicho, al San Rafael, esta temporada, lo ha mirado un tuerto.