Muy de vez en cuando el fútbol alumbra a un equipo especial, tocado por una barita mágica. Más complicado es, si cabe, que un conjunto de reciente creación se eleve por encima de escuadras históricas cuyos objetivos van mucho más allá de las miras del primero. Ese advenedizo iluminado por deidades es el Atlético Isleño, un debutante en la categoría regional que va camino de representar a las Pitiüses en la fase de ascenso a Tercera División.
Pero los milagros no llegan por casualidad. Gran culpa del éxito del líder indiscutible de la Preferente la tienen sus rectores. Tres hombres de fútbol como son Vicente Torres, Josep Enric Sangonzalo y Toni Torres hicieron posible este sueño hace poco más de nueve meses. Ellos pusieron los cimientos de lo que está siendo un bloque sólido y comprometido. Ilusionante.
De manera inteligente, la directiva ofreció la batuta de su primogénito a otro experto del balompié insular como es Pepe Arabí. Tomando retales de aquí y de allá, 'jugones' que se habían decantado por el fútbol sala (Juan Martínez, Karim, Prats), virtuosos que llegaron a colgar las botas (Edu Orduña) o piezas desaprovechadas que vuelven a disfrutar de este deporte (Xavi Toledo, Xiqui, Toni Troya, Montaño...), se fue confeccionando una plantilla cuyos valores principales debían ser la unión y el compromiso.
Esa 'joya' sin pulir fue tomando forma con el transcurso de la competición y está siendo ahora, en el tramo decisivo, cuando brilla con más fuerza. La dedicación en cada entrenamiento, la competitividad de un vestuario amplio -cuenta con 24 fichas- y el compañerismo entre los futbolistas ha desembocado en lo que es, a día de hoy, el equipo de Can Misses. Sin la presión que asumen clubes veteranos y con esa ingenua ilusión de los primerizos, la plantilla del Atlético Isleño tiene 180 minutos por delante para disfrutar y certificar su supremacía en el fútbol insular. Un punto, de seis posibles, le separan de la gloria.
«Nadie se lo esperaba»
«Pase lo que pase, la temporada es de enmarcar. Nadie se lo esperaba, ni nosotros mismos. La verdad es que el grupo humano es excelente y esa es la clave: el vestuario». Con estas palabras, Pepe Arabí expresaba tras la victoria sobre el Puig d'en Valls el sentir de un club que está a un sólo punto del título, aunque los dos últimos compromisos serán de máxima dificultad. El Formentera, que se juega toda la temporada, visita el domingo Can Misses. Y para el final, visita a un Portmany que aún podría albergar esperanzas. «El equipo sabe lo que se juega y lucharemos». Un último mensaje de ánimo del capitán del barco para una tripulación que sigue fiel a unos valores.