Si una joven con 12 o 13 años entrena cinco días a la semana, respira un contagioso ambiente de trabajo y compromiso en el deporte, y si además tiene como referente a la internacional Ana Ferrer, es muy probable que acabe despuntando en el balonmano nacional.

El HC Puig d’en Valls apostó hace cuatro años por la cantera y no ha tardado en recoger sus primeros frutos. De tener apenas 35 jugadoras y un par de equipos masculinos ha pasado a ser un club que integran cerca de 250 deportistas; una auténtica fábrica de talentos. Juveniles, cadetes, infantiles... Todos sus equipos femeninos han asomado la cabeza en la elite nacional y jóvenes promesas como las cadetes Raquel Bejarano, Paulina Pérez y, recientemente, la infantil Gisela Rodríguez ya saben lo que es vestir la elástica nacional.

David Neira es uno de los principales culpables de esta imparable progresión. Llegó desde Pamplona para encabezar un proyecto que se basaría en el trabajo y la implicación. El reciente subcampeonato de España con el equipo infantil es solo la «punta de lanza» de un club en el que «se están haciendo bien las cosas».

«Se ha conseguido con el infantil, pero podía haber sido con cualquier otro. Las cadetes fueron eliminadas por el tercer mejor equipo de España. Tarde o temprano le llegará el turno a otras». La confianza en sus pupilas es plena y el secreto del éxito, compartido. «El mérito es de las personas que hace cuatro años apostaron por la base. Luego, puedes implicarte más o menos, y eso es lo que nos diferencia de otros clubes: la implicación de mucha gente que trabaja con muchas ganas e ilusión». Entre ellos, los Ferrer Prohías, actuales rectores del club, pero también las decenas de padres y madres que sostienen el proyecto. Que creen en el trabajo de los técnicos y que apuestan por la verdadera pasión de sus chicos y chicas.

«Trabajo, trabajo y más trabajo». Para llegar a ser como Ana Ferrer o Gina Costa –la primera jugadora ibicenca en dar el salto a la elite– no hay más secretos que entrenar. Neira confiesa que las infantiles entrenan cinco días a la semana, aunque para preparar el nacional también recurrieron a las dobles sesiones y a los fines de semana. ¿Dónde encuentran la motivación? «En entrenar todas juntas, en estar concienciadas en un objetivo. Aquí no falta ninguna, lo hacen de forma voluntaria y con todas las ganas del mundo. Nos divertimos y lo pasamos bien entrenando. Si todos respondemos, ellas no aflojan», responde convencido David Neira.

Condiciones precarias

Asunto aparte es la cuestión económica y los instrumentos necesarios para producir campeonas. «Con este tema me da la risa. Hoy en día tiene problemas todo el mundo, imagínate nosotros. Los éxitos nos generan un dilema, cuando tenemos que salir fuera la gente se echa las manos a la cabeza porque no hay un duro. Sólo hay que mirar al resto de compañeros y clubes». Es cierto, el deporte queda en un segundo plano cuando hay cuestiones vitales que están perdiendo garantías. Pero esto no es óbice para reconocer una realidad: «Cuando llueve nos mojamos y cuando hace sol nos achicharramos, falta un techo y un suelo en condiciones. Faltan instalaciones, pero entiendo que todo el mundo hace lo que puede y que con esta crisis no se puede».

Y es que, en ocasiones, el talento no va ligado a unos medios, sino a unas convicciones.