Tradición de récord. | Armando Tur Molina/ Toni Ibáñez

La Pujada a la Catedral es a Eivissa en Fin de Año lo que la San Silvestre vallecana a Madrid: una prueba popular de prestigio y gran tradición que no deja de ganar adeptos edición tras edición. 635 corredores se congregaron junto a la Casa del Mar de Vila para afrontar la trigésimo quinta edición de la carrera.

Muchos de ellos ataviados con los más llamativos disfraces, pero solo un puñado con la victoria entre ceja y ceja. Todas las miradas apuntaban a dos hombres: Adrián Guirado, un veinteañero de Santa Eulària especialista en los 10.000 metros, y Toni Tugores, veterano y pujadista por excelencia que buscaba su cuarto entorchado en las rampas de Dalt Vila.

El pelat del Ample32 tomó las riendas del larguísimo pelotón que enfiló, en un día radiante, la avenida de Santa Eulària. Su fuerte ritmo le permitió adquirir cierta ventaja antes de traquetear el empedrado del Patrimonio ibicenco. Está en plena forma. Y prueba de ello es que abordó con soltura los últimos y tendidos virajes para anotar en línea de meta el récord de esta década con 7 minutos 4 segundos.

Por detrás ingresó ante cierta sorpresa el triatleta Josep Torres, un escurridizo ironman que siempre asoma la cabeza en el podio de las pruebas de atletismo insulares. Y en tercer lugar Tugores, con su habitual gesto de esfuerzo al llegar al baluarte.