Joan Roig, junto a un cartel que le daba la bienvenida al asistir a una carrera en Jizán.

Joan Roig ya ha completado algo más de medio mes en Arabia Saudí después de firmar el contrato que le unía al staff técnico de la selección de atletismo. Tras varios días de análisis, ya ha tenido que tomar decisiones importantes, entre ellas las de «hacer un lavado de cara» al equipo.

«Hay algunos atletas de entre 28 y 31 años que habían corrido en el pasado y estaban haciendo de tope a los jóvenes de entre 20 y 22, con bastante nivel pero a los que les falta competir en grandes campeonatos y, por eso, vamos a apostar por ellos. Estoy formando todavía el equipo. Esta semana llegan los que faltan. Tendré, durante dos meses, a 20 chicos de 16 a 22 años a los que poder formar para los campeonatos árabes, asiáticos y mundiales de categorías sub-18, sub-20 y absolutos», expuso el preparador español.

En estos momentos, la expedición se encuentra en Ahad Rafidah, «a unos 2.300 metros de altitud para hacer entrenamientos de altura básicos, porque para ellos es como que acaba de empezar la temporada». «Tienen las competiciones en octubre y noviembre», agregó.

Sobre la metodología, indicó: «Estamos entrenando la base, enseñando un poquito a utilizar las pesas porque muchos no las han tocado en su vida pese a su edad. Intentamos instaurar una metodología. Estaremos dos meses o dos meses y medio por aquí y, cuando abran la frontera en marzo en caso de que el covid lo permita, iremos a Etiopía dos meses para, luego, pasar por España y hacer un stage de verano en Madrid o León. Dependerá también del covid. Queremos viajar por Europa, a las competiciones más importantes, y volver a Arabia Saudí a final de verano para terminar de preparar los internacionales de los chicos», explicó el técnico pitiuso.

En cuanto al nivel de los suyos, indicó que es «variopinto». «Genéticamente, vemos que tienen mucho potencial, porque hay grandes mezclas. Muchos son árabes con toques raciales etíopes, sudaníes o yibutienses. Hacemos un estudio antropométrico de los chicos y vemos lo que han entrando, cómo han entrenado y si lo han hecho lo suficiente para hacer las marcas que tienen o, por el contrario, si con lo poco que han entrenado tienen aún margen de mejora. Hemos de hacer todo tipo de análisis», continuó.

Con respecto a la cultura allí existente, no ocultó que le ha sorprendido. «Hay cinco rezos al día y tengo que construir la estructura de entrenamientos en base a eso. En cuanto a comidas, hay algunas cosas especiales como el camello», afirmó Roig, que, un poco asustado por lo que encontraría, se pasó las dos semanas anteriores a su marcha «comiendo tostadas de jamón con los amigos en Can Sala».