Radiante. Óscar Cervantes posa sonriente en Cerdeña, ayer, tras conseguir dos metales en el Mundial.

Óscar Cervantes (Ibiza, 17-09-1985) se proclamó anteayer subcampeón del mundo tanto individual como por equipos de pesca submarina, en Cerdeña. El ibicenco sumó así un nuevo éxito a un palmarés que tiene, entre otros méritos, el privilegio de contar con un Campeonato de España, otro de Europa y un oro mundial por equipos. El del CAS s’Embarcador se quedó con «la espinita» de no lograr el oro, su próximo objetivo dentro de dos años.

—Nos comentó tras la competición que sí esperaba un resultado de este tipo. La pregunta ahora sería si espera lograr el título en próximas ediciones, que es el único paso que le falta.
—Sí, hombre. Me haría mucha ilusión conseguirlo. Lo veo viable. Sí que es verdad que, después de este Mundial, uno acaba cansado tras tantos días fuera de casa. Acabas fatigado, pero supongo que de aquí a dos años, que es cuando se celebra el próximo Mundial, lo cogeremos con fuerza otra vez.

—Se le vio bastante feliz tras el pesaje de ayer. ¿Veía posible el oro en ese momento o era por amarrar la segunda plaza?
—Era porque aguantaba el segundo puesto. En el pesaje, ya vi que no descendía. Subir al primero ya no podía ser. Era imposible. En la primera jornada estuvimos muy apretados. Hubo un diez por ciento de diferencia, pero, en el segundo día, me faltaron unos cuantos puntos de pesca y vi que no iba al ritmo del otro. Por otro lado, me iban diciendo lo que él y yo cogíamos, y no llegábamos a su ritmo de capturas.

—Cuando subió al podio del Mundial, se sentiría el amo. ¿Qué se le pasó por la cabeza?
—Tienes una sensación como de superioridad, como diciendo ‘mira dónde has llegado’. Al final, todo lo que sacrificas y por lo que luchas tiene su recompensa.

—Por cierto, se proclama subcampeón apenas un par de días después de cumplir 36 años. ¿Es el mejor regalo?
—Ya ves. Estábamos aquí un montón de compañeros y lo celebramos. En una pastelería, un chico que conocimos allí me puso un donut con una vela. Por lo menos pude soplar una vela.

—Además del cumpleaños, las dos platas las celebraría también, ¿no?
—Fue una celebración tranquila por el hecho de que, aunque yo conseguí el segundo puesto individual, por naciones fuimos subcampeones por diez puntos de diferencia. Se nos quedó un sabor un poco agridulce. La diferencia fue muy pequeña.

—Cuando le comunicaron que era subcampeón del mundo, ¿la sensación fue de júbilo, tranquilidad por la misión cumplida o ambas?
—Son las dos cosas. Estás en un estado de satisfacción por el hecho de que no desciendes del segundo lugar y te conviertes en subcampeón del mundo. Por otra parte, también hay euforia, pero más que nada es la tranquilidad de poder decir: «Ya está».

—¿Qué nivel de exigencia tuvo durante la preparación de cara a esta competición?
—Pues el nivel de exigencia fue duro. Piensa que yo, desde que terminé el Campeonato de España en julio, mantengo un entrenamiento de más o menos tres o cuatro días a la semana yendo al mar en jornadas de cinco o seis horas. Luego, llegamos aquí y son casi 20 días en los que hemos estado 16 consecutivos saliendo al mar nueve horas diarias.

—Ya casi que usted es más un anfibio que un ser humano.
—Sí (risas). Ya casi que soy más un anfibio.

—¿Lo bueno de no ganar el oro individual podría ser que siga contando con esa motivación de luchar por el Mundial?
—Quizá sí, porque es posible que, si lo hubiera conseguido, hubiera dicho: «Oye, ya he conseguido lo que quería. He sido campeón de Europa y me quedaba esto por conseguir». Quizás hubiera decidido que hasta aquí llegaba. Ahora, siento la espinita de haberlo tenido cerca pero no haberlo conseguido.

—Por equipos, otra plata. Una pena que no estuviera un hombre clave como Ángel Cruz, ¿no?
—Sí, sufrió en la primera jornada una rotura de alveolos por un movimiento brusco en el fondo. Como estamos a mucha presión, cualquier movimiento brusco te puede fisurar cualquier cosa. Eso hizo que escupiera sangre. Se lo llevaron, le ingresaron y, afortunadamente, está bien y todo perfecto.

—Usted ya fue campeón mundial por equipos. Le voy a poner en un compromiso. ¿Qué sabe mejor: el oro por equipos o la plata individual?
—A ver, siendo egoísta, la plata individual, pero el oro por naciones para nosotros es el más importante. Las subvenciones del Consejo Superior de Deportes y todo va en función más de lo que hace el equipo que de lo individual.

—¿Dolió la plata por escaparse el oro por una cantidad mínima?
—Sí, porque, si te machacan, lo aceptas. Han sido superiores y ya está, pero, ostras, diez puntos es que no es nada. Es muy poca diferencia. Te quedas con ese sabor agridulce.

—De toda su trayectoria deportiva, ¿con qué momento se queda?
—Quizás el más emotivo fue el título de campeón de España de 2016 en Portocolom.

—Me llama mucho la atención porque usted ha logrado medallas internacionales.
—Sí, pero, para los pescadores nacionales, conseguir un oro en un Campeonato de España es como la meta más grande. Muchos deportistas de elite de España han conseguido campeonatos mundiales y europeos, pero no el oro nacional, porque hay un nivel muy alto. Es muy complicado conseguir un oro en un Campeonato de España.

—Campeón de España, de Europa, del mundo por equipos y, ahora, plata mundial individual. ¿Cuál es el próximo reto?
—Si puede ser, será el oro individual en el próximo Campeonato del Mundo.

—El año aún no ha terminado para usted. Le queda otra prueba y en Ibiza.
—Sí. Las pruebas internacionales ya están finalizadas. Ahora, queda una prueba en Ibiza para cerrar el año: el Memorial Nacho Fernández. Es una de las competiciones más bonitas que hay en todo el territorio nacional. Además, es de la casa. Lo organizamos nosotros mismos. Viene gente de muchos sitios y es un campeonato espectacular.

—¿Cree que sus logros ayudarán a promocionar aún más este deporte en la isla?
—Yo pienso que sí. Esperemos que sí. Se lo merece. Es un deporte que siempre ha estado mal visto y la verdad es que estas cosas hacen que la gente vea que, al final, somos deportistas.