Nadal celebra uno de los puntos logrados ante Medvedev. | Reuters

Rafael Nadal ya es el más grande de la historia. El ‘manacorí’ estableció este domingo un nuevo hito en la historia del deporte al proclamarse campeón del Abierto de Australia a costa de Daniil Medvedev por 2-6, 6-7 (5), 6-4, 6-4 y 7-5 en cinco horas y 24 minutos. y conquistar su vigesimoprimer título de Grand Slam. El mallorquín, en su sexta final en Melbourne, fijó un nuevo récord de victorias en las citas más importantes del planeta tenis para deshacer así el empate que mantenía con Novak Djokovic y Roger Federer. La enésima porción de gloria que añade a su palmarés tras su vigésimo novena final de un ‘major’ que ya le convierte en un genio inmortal después de una remontada épica.

El moscovita, finalista la pasada edición y vigente ganador del US Open, empezó como una apisonadora, sobre todo, con su saque. En el primer set, tras el 2-2 inicial, metió la directa. No sólo sacó adelante con comodidad todos sus servicios, sino que llevó siempre al límite al mallorquín, que no estuvo del todo cómodo con la derecha y vio como su rival estaba inabordable llegando a todo y respondiendo a cualquier estrategia. El número dos del mundo, superior, se llevó la primera manga 2-6 con una destacada sensación de solvencia.

Nadal, después de sobrevivir al temporal, inició el segundo parcial con energías renovadas y su bola empezó a correr de verdad. Consiguió su primer break en el cuarto juego, pero el ruso supo salvar situaciones límite. Se intercambiaron las rupturas en un tramo final en el que el balear llegó a disponer de un punto de set para llevarse el parcial con su saque (5-3). Pero el moscovita volvió a recurrir a su espectacular repertorio para prolongar la batalla con un break. Ambos contendientes destilaron calidad y nivel para llevar el duelo al tie break. Las primeras ventajas fueron para el manacorí, pero el ruso, apoyado en su solvencia al saque, firmó un desenlace espectacular llegando a todo y apuntándose el parcial tras más de una hora y 24 minutos.

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El partido ya se veía ya muy cuesta arriba para Rafael Nadal, que vio muy complicado darle la vuelta ante un adversario con la solidez de Medvedev pero no le perdió la cara al choque. De nuevo con un saque muy efectivo, el ruso, con el mismo semblante todo el partido, impuso su pegada desde el fondo. Pero Nadal no iba a dar su brazo a torcer y se reactivó para incomodar a su contrincante. Con un gran nivel de intensidad y concentración, el moscovita no ofreció grietas hasta el noveno juego en el que el mallorquín, con su fe inquebrantable, logró la ruptura para situarse con 5-4 y saque. No perdonó y se anotó el tercer parcial para forzar el cuarto.

Nadal sufrió mucho para conservar su primer saque en la cuarta manga, pero alteró la dinámica del partido en el siguiente al romper el saque de Medvedev, que empezaba a mostrarse algo más errático. La ruptura en el tercer juego parecía alimentar el giro en el dominio, pero Medvedev se reconcilió con su revés para devolverle el quiebre e igualar a dos la contienda. Otra vez con épica el de Manacor se procuró una nueva ventaja con un quiebre en el quinto juego que consolidó a continuación (4-2 y al resto). El balear tuvo un punto para forzar el cuarto set restando con 5-3, pero tuvo que ser en un nuevo turno de servicio cuando firmó un juego en blanco con el que forzaba la quinta manga.

El definitivo ya se convirtió en una cuestión de épica, un ejercicio de supervivencia que en cualquier caso no dejó de lado un tenis de muchos quilates. Medvedev tuvo que recurrir al fisioterapeuta tras apuntarse un juego al saque en blanco (1-2 y resto) y Nadal le replicó llevándose también el suyo sin hacer concesiones. En el quinto juego el mallorquín hizo lo que parecía imposible: lograr el break y tener la iniciativa en el marcador para fabricar la remontada (3-2 y saque para el balear).

Le costó consolidar la ruptura -salvó tres puntos de break en contra-, pero lo hizo para situarse 4-2 y ponerse al resto. Cada uno ha hecho su trabajo con el saque y Nadal, en el décimo juego de la quinta manga, tuvo la oportunidad de cerrar el partido con su saque, pero Medvedev sacó fuerzas de flaqueza para encontrar una grieta en el juego del balear y colarse por ella para alargar el set. El mallorquín no había llegado hasta aquí para que se le escapara la final y volvió a conseguir una ruptura en el undécimo (6-5 y saque) para disponer de una segunda oportunidad de levantar el trofeo con su servicio. Ya no perdonó con su saque y ha conquistado Australia para erigirse en el más grande de la historia con su título 21 de Grand Slam.