María Conde, ayer en sa Blanca Dona, durante el Campus Paco Vázquez. | Irene Arango

María Conde Alcolado (Madrid, 14-01-1997) llegó a Ibiza sin casi tiempo para descansar tras conseguir la medalla de plata en el Campeonato de Europa. La madrileña que milita en las filas del Praga se quedó sin poder jugar los partidos decisivos por una lesión de hombro. Conde fue ayer la invitada de honor en el Campus Paco Vázquez donde compartió con la cantera ibicenca sus experiencias en el mundo del baloncesto.

—¿Cómo sabe esa plata?
—Muy bien, sobre todo con el paso del tiempo. Cuanto más pasan los días, mejor sabe. Aprecias todo lo que hemos hecho para llegar hasta ahí. Perder una final siempre duele. Una derrota ajustada duele, pero estamos muy orgullosas y yo muy feliz de formar parte de ello y habernos traído la plata a casa.

—Una lástima la lesión.
—Como siempre... Las lesiones nunca vienen en buen momento, pero en este caso vino en medio del campeonato y lo hace más difícil porque no hay días para recuperar. Pero bueno, hay que buscar la forma de ayudar al equipo de la manera que sea y eso he intentado. Quiero pensar que hay un granito de arena que puse yo aunque no fuese en la pista.

—Una medalla más a una colección que crece año a año desde que empezó a ganar con las categorías inferiores.
—Se van acumulando un poco, pero ojalá sean pocas para las que vengan. Estoy muy contenta y es un orgullo tener la oportunidad de jugar siempre con la selección y representar al país. Hacerlo con las jugadores con lo que lo hago, lo hace todo mucho más fácil.

—Está llamada a ser una de las jugadoras que lideren la selección en los próximos años. Toda una referente como Alba Torrens decía de usted que no sólo era futuro de la selección, que también es presente. Supongo que eso gusta.
—Sí, sobre todo viniendo de alguien que quiero y admiro mucho, como es Alba. Ahora mismo ya ha pasado este verano que ha sido complicado y tengo ganas de descansar, curar y coger fuerzas y seguir peleando y representando a la selección durante muchos años más.

—Se forma en España, sale a la universidad americana y sigue casi toda su carrera en el baloncesto centroeuropeo.
—Sí, me formé en Estudiante y al acabar la etapa de cantera decidí dar el salto a Estados Unidos y desde entonces, salvo un año que jugué en el Girona, no he vuelto a jugar en España. Estoy muy contenta porque he tenido la oportunidad de aprender de muchas jugadoras y de muchas culturas y eso es algo que me da el baloncesto. Entonces, estoy muy agradecida por las oportunidades que he tenido y con ganas de seguir.

—Ha sido seleccionada en el draft de la WNBA en 2019, ¿se plantea dar el salto a la liga estadounidense?
—Siempre me lo planteo, pero creo que se tienen que dar muchas condiciones para que eso pase. Al final, se solapa con la selección en verano, significa no tener descanso en temporadas muy largas... Se tienen que dar muchas cosas, que me encuentre bien físicamente, que sea un año bueno, que se pueda adaptar a la selección... pero siempre es una posibilidad.

—Ya la última y en clave local. No sé si usted era de ir a campus cuando era niña, pero qué le parece este y la oportunidad de compartir con los más pequeños sus experiencias.
—Estoy muy contenta de estar aquí. Paco hace la experiencia increíble para los jugadores que venimos. Yo ya le he dicho que me haga fija. Sólo con visitar la isla y ver a los niños, estoy encantado. Yo cuando era pequeña sí que iba a un montón de campus con mi hermano y creo que es muy guay que se siga manteniendo el espíritu y que cada año se reinventen y que los niños quieran volver. Se les ve encantados, están todos riéndose... Estoy encantada de estar aquí y ojalá repetir.