Cedric, con el balón, durante el partido contra el Linares. | Arguiñe Escandón

Se le esperaba y por fin ha llegado. Cedric Omoigui se estrenó el domingo como goleador de la UD Ibiza. El delantero nigeriano llegó en la recta final el mercado de fichajes como uno de los hombres llamados a marcar diferencias. Clave en el ascenso del Racing de Santander de Guillermo Fernández Romo, el técnico lo reclutó para que también fuese importante en la isla, donde el objetivo es el mismo que se cumplió en tierras cántabras.

Los inicios de Cedric con la camiseta celeste no están siendo sencillos, pero hay que no poner en perspectiva que se trata de un futbolistas que se pasó la temporada pasada prácticamente en blanco y que sufrió una importante lesión de espalda, con la que se llegó a especular que podría truncar su carrera como futbolista. Además, en la isla se ha encontrado con un sensacional Nikolai Obolskii con el que está peleando por la titularidad en ese esquema con un único delantero.

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Tras su llegada, Romo apostó por darle la titularidad a Cedric contra el Atlético Baleares. Un debut en el que estuvo 73 minutos sobre el terreno de juego. La jornada siguiente, suplente y se quedó sin participar en Alcoy. Contra el Atlético volvería a la titularidad, un puesto en el once que mantuvo contra el Linares y el Sanluqueño, aunque estos dos últimos partidos compartió punta de ataque con el ruso.
Tres titularidades seguidas en las que se quedó sin ver portería y que lo llevaron de vuelta al banquillo. Contra Murcia, Recreativo y Granada B, salió en los tramos finales de los encuentros en los que jugó un puñado de minutos. Unas participaciones prácticamente testimoniales antes de volver al once en la derrota contra el Intercity. Sin jugar se quedó en Mérida y ante el Málaga y contra el Melilla entró en el tramo final del encuentro. Fue en tierras africanas, donde consiguió quitarse un peso de encima con un zapatazo que servía para poner el 0-3 en el marcador. Un gol que apenas celebró, en un gesto que refleja la rabia interior de un futbolista al que no le están terminando de salir las cosas.

Se suele decir que los delanteros viven de las rachas y que cuando entra el primero vienen más detrás. El domingo el líder visita Can Misses.