Cristiano Ronaldo, de rodillas, en un momento del partido disputado anoche. | Reuters - JEAN-PAUL PELISSIER

El Real Madrid alimentó el fantasma del maleficio de los octavos de final de la Liga de Campeones, una ronda que no supera desde hace cinco años y de la que nuevamente puede volver a quedarse tras haber caído ante el Olympique de Lyon (1-0).
El Bernabéu dictará sentencia de unos octavos de final que los franceses supieron poner de su lado gracias a un tanto de Makoun que hizo justicia a la mayor ambición y dominio de los lioneses frente a un indolente e ineficaz Real Madrid.
Los blancos volvieron a irse derrotados de Gerland, un estadio en el que nunca han ganado, donde nunca han marcado un tanto y donde acumulan partidos desastrosos.
En esta ocasión, se dejaron buena parte del prestigio que vienen acumulando en las últimas semanas y pusieron fin a una racha de victorias.
El Madrid saltó a Gerland con la única intención de superar un trámite que, forzosamente, se resolverá en tres semanas en el Bernabéu, su auténtico bastión, allí donde los de Manuel Pellegrini están comenzando a construir una formación que apunta alto.
Pero en Lyon no quisieron poner nada. Nada que hacer en un estadio en el que siempre se han ido goleados y sacudidos, en el que llovía cuando no nevaba y hacía frío, en el que las circunstancias eran poco propicias para el fútbol de salón y apelaban más al trabajo hosco.
Atrincherados
Como el Lyon, que propuso una trinchera en cada centímetro del campo e imposibilitó cualquier floritura, lo que limitó el lucimiento blanco a un par de toques de un Cristiano Ronaldo constantemente silbado.
El plan sirvió un tiempo, el primero, en el que los franceses dejaron ver sus limitaciones, las propias de un equipo casi inofensivo, con la pólvora mojada, que se achica cuando el juego entra en los últimos metros.
Un par de internadas de Govou por la banda derecha, un cabezazo muy desviado de Cris al saque de un córner y un tiro indolente de Lisandro fueron todo el bagaje ofensivo lionés en la primera media hora. Poca cosa para un Madrid buen plantado en defensa que apenas tuvo problemas para enjugar el peligro.
Las únicas plumas que dejó fueron tres amarillas, dos de ellas, las de Xabi Alonso y Marcelo, lesivas, porque les obligarán a perderse la vuelta.
Poca cosa pero mucho más de lo que hizo el Madrid, que se conformaba con ver como el paso del tiempo les acercaba a su amado Bernabéu.
Delgado dio el primer aviso de que el Lyon quería recordar al Madrid que Gerland es su estadio maldito. Recogió un rechace en el borde del área y lo voleó al palo de Casillas que ya estaba batido.
Los franceses se calentaron mientras el Madrid no perdía su cara de circunstancias.
Pero a la vuelta del vestuario el guión cambió. Makoun se internó por el centro del campo y soltó un latigazo que encontró la escuadra de Casillas. Los bancos quedaron cariacontecidos y se vieron obligados a buscar el área rival.
Más ataque se tradujo en más riesgo, en más espacios defensivos, un contexto que hizo las delicias de un Lisandro que cobró un peso vital en el partido.
Del tedio del primer tiempo se pasó a una sucesión trepidante de ocasiones. La solidez defensiva blanca se mutó en nerviosismo. Lisandro se aprovechó y tuvo un par de ocasiones, una la cabeceó alta antes de malograr un regalo de la zaga merengue.
Los lioneses estaban desatados en busca del segundo mientras el Madrid apenas contestó con algún detalle aislado, como una fenomenal jugada de Ronaldo que el portugués acertó a colocar en la escuadra de Lloris, que respondió con una soberbia parada.
Luego volvió el chaparrón lionés. Trabajo extra para Casillas, que le sacó un balón a Cissokho y otro más a Lisandro.
Higuain tuvo una oportunidad antes de dejar su sitio a Benzema, recibido con aplausos por sus antiguos hinchas.
Pero ni con el francés en el campo los blancos supieron verle salida al partido. Ronaldo fue el que más lo intentó, se echó el equipo a la espalda, pero no tuvo acierto.
El poco peligro madridista lo atajó bien un Lloris que volvió a demostrar que es meta llamado a grandes hazañas. Kaká dispuso de la mejor ocasión, pero su disparo fue enviado a córner. En el saque del mismo, Ramos envió el balón ligeramente alto. Luego Cissokho estuvo providencial para sacar un último ataque madridista. El Madrid se mostró impotente. Gerland es un estadio maldito y tendrán que apelar a la magia del Bernabéu para espantar el fantasma del maleficio de los cuartos.