La mallorquina Brigit Yagüe Enrique celebra su medalla de plata en el podio. | IAN LANGSDON

Brigit Yagüe ya era historia en el taekwondo y el deporte mundial antes de aterrizar en Londres 2012. Ahora, es leyenda. La tricampeona mundial y cuádruple continental ya tiene la única medalla que le faltaba en su palmarés: la olímpica. No pudo ser la de oro porque la poderosa china Jingyu Wu reeditó el título logrado cuatro años antes en Pekín a costa de la balear, que se vio superada con claridad (8-1) en una final de -49 kilos que cubría buena parte de sus expectativas, que pasaban por regresar a casa con un metal al cuello. Tras cubrir el expediente en las rondas previas y exhibir su capacidad de superación en una semifinal que parecía perdida, Yagüe se hizo con una plata que sabe a victoria y que le permite obtener el mejor resultado de una deportista de las Balears en unos Juegos Olímpicos (en deporte oficial), superando el bronce de Marga Fullana en bicicleta de montaña en Sydney 2000, además de ser la primera mujer que se cuelga un metal olímpico en la corta historia del taekwondo en el programa olímpico.

El estreno se hizo esperar hasta casi el mediodía. Las ganas por pisar el tapiz, comprobar sensaciones y quitarse de encima presión eran enormes en la mallorquina, que se las veía con la panameña Carolena Carstens. La deportista más joven en los Juegos de Londres (apenas 16 años) dio el susto en el primer round, cuando se puso 0-2 por delante, pero Brigit dejó dejó resuelta su primera victoria olímpica (7-2), ya que en Atenas cayó en su único combate, y de paso su billete a cuartos de final.

Ahí se empinaba un poco el recorrido. Esperaba la mexicana Jannet Alegría, que había barrido literalmente a la jordana Hatahet (12-1). Las semifinales estaban a nueve minutos, y con una patada en la cara, Brigit avisaba de sus intenciones a las primeras de cambio, asentando su ventaja con dos nuevos golpes (5-0). Mantener la ventaja y atar en corto a la rival fue su cometido en el segundo parcial (6-0), para cerrar con un cero en contra la clasificación para las semifinales (8-0). La medalla estaba a una victoria, bien en la siguiente ronda o en la repesca por el bronce.

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La sorpresa también salto en el sector de Yagüe. Shu-Chun Yang (China Tai Pei, cabeza de serie número dos), sucumbía ante la thailandesa Chanatip Sonkham de forma contundente (6-0) y se interponía en la senda de la mallorquina hacia la perseguida medalla.

A la altura
Y el choque estuvo a la altura de lo que puede ofrecer una semifinal olímpica. Comenzó mandando Brigit con un derechazo al pecho, pero acto seguido mostraba fuertes dolores en la pierna derecha. Se activaban las alarmas al recibir la balear un golpe en la cabeza (1-3) que cerró el primer capítulo del enfrentamiento por una plaza en la final. Yagüe salió a por todas en el segundo, sabedora de que sólo valía puntuar y buscar los puntos débiles de su rival. Enseguida se anotó un tanto (2-3) y volvía la isleña a tocarse la pierna. Entre medias, Yagüe trazó una patada al rostro de su oponente que los jueces (tras visionar la repetición varias veces) no dieron por buena, aunque sí la asestada por Sonkham en el último segundo (2-6).


Se ponían cuesta arriba la final y los metales, pero lo mejor estaba por llegar. Brigit fue al ataque descaradamente. Ahora sí que sólo valía eso. Golpeó el pecho de la thailandesa (3-6), que respondió de nuevo con acierto hacia la cara de la mallorquina (3-9). El tiempo corría en su contra, pero en unos segundos mágicos, espectaculares y de furia, Yagüe consiguió conectar cuatro golpes, uno de ellos contra el rostro, que igualaban la contienda (9-9, a 45 segundos).
Había combate, y a diez segundos para el bocinazo final, Brigit vio vía libre para establecer el 10-9 que culminaba una remontada épica y un final vibrante que tenía premio: al menos la medalla de plata y la opción de arrebatarle el oro a la china Wu, que por superioridad aplastante (19-7), liquidó a la croata Zaninovic en la otra semifinal. Yagüe rompía a llorar y se dirigía hacia sus familiares emocionada, fuera de sí. En la final, la número uno del ránking apenas dio opción e hizo suyo el oro desde el inicio (8-1), pero la deuda estaba saldada y el trabajo hecho.Y es que Wu comenzó como un tornado (4-0), resolviendo buena parte del combate y del oro en el ecuador del segundo parcial (6-1). Pese al empuje de Yagüe, que intentó de todas las formas posibles buscar patadas ganadoras, la campeona olímpica supo defender su terreno y neutralizar las ofensivas de una constante Yagüe, que atrapaba una plata para la historia, minutos antes de que Joel González reventara el medallero con el primer oro en la especialidad.


El omnipresente sueño de la taekwondista de ganar una medalla olímpica se hacía realidad, culminándose el objetivo perseguido desde hace ocho largos años, desde aquella mañana de agosto de 2004. La meta de toda una vida dedicada en cuerpo y alma al taekwondo.