El tenista español Rafael Nadal, en Roland Garros. | VINCENT KESSLER

Roland Garros plantea hoy (15.00 horas/Discovery Max-Eurosport) un desafío extremo a Rafael Nadal, que quiere reconquistar París ante la amenaza de Novak Djokovic. El número uno del mundo busca su novena Copa de los Mosqueteros y pone en juego su hegemonía en París y en la ATP ante la ambición del serbio, que pretende completar el Grand Slam de carrera y recuperar el ático de la clasificación mundial. Un duelo al límite en lo tenístico, lo mental y lo físico que alimentará la leyenda de una rivalidad salvaje.

Nadal encara su vigésima final en un grande tras haber reencontrado y afilado sus armas. Problemas físicos al margen, su derecha demoledora y su solvencia al servicio necesitan consolidar las prestaciones al revés para incomodar a Djokovic, un jugador con un repertorio muy completo y, sobre todo, capaz de lograr picos de intensidad inalcanzables. La fortaleza mental del 'manacorí' será de nuevo una de sus principales bazas para sobrellevar las rachas del serbio y aguardar su ocasión.

La batalla por imponer el esquema de juego se aventura apasionante ante una igualdad extrema que solo se definirá en pequeños detalles y en momentos puntuales. El cielo puede ejercer también su peso en el desarrollo del partido. Las previsiones apuntan a una jornada tormentosa en la que se aventuran parones y la ausencia de sol, circunstancias que podrían beneficiar a Djokovic, algo más cómodo con una atmósfera más lenta. El serbio no necesita tanta continuidad como el balear para acercarse a la excelencia y las interrupciones pueden sonreirle.

Presión

La presión por conseguir sus respectivos objetivos también es máxima. Nadal aspira a renovar su hegemonía en Roland Garros y en la ATP, mientras que Djokovic busca el último grande que le falta y recuperar el trono que el mallorquín le arrebató en octubre. Parece indescifrable saber si la presión retumbará más en la cabeza del campeón o en la del aspirante. La dimensión de sus metas equipara su ambición, pero también disparará la ansiedad. La gestión de los nervios y la capacidad para soportar las situaciones límite pueden ser decisivas para inclinar la balanza.

La rivalidad con más episodios de la historia (42) y más enfrentamientos en Grand Slam (12) presenta tendencias variables con rachas victoriosas para uno y otro contendiente, pero el hecho de haberse llevado los cuatro duelos precedentes confiere una cierta ventaja a Djokovic en el aspecto psicológico. El serbio encara el encuentro tras haber alzado el título de Roma a costa del balear y dispone de una mayor confianza.

La experiencia está del lado de Nadal, que afronta su vigésima final de un grande y la novena en Roland Garros, donde solo ha perdido uno de los 66 partidos que ha disputado (ante Soderling en los octavos de final de 2009). El ocho veces campeón de la Copa de los Mosqueteros controla como nadie el escenario y Djokovic ha sufrido este dominio en las cinco ocasiones en las que se han enfrentado en el Bosque de Bolonia, incluida la semifinal de 2013 y la final de 2012. El serbio no es un novato en las grandes citas tras disputar 12 finales de Grand Slam y conquistar seis títulos.

Supremacía

El rey de la tierra escenifica en la Philippe Chatrier su supremacía en una superficie en la que se ha impuesto al balcánico en 13 de sus 17 duelos. La arcilla es el hábitat en el que Nadal desarrolla su mejor versión, en el que sus golpes adquieren su mayor fiereza y en el que su capacidad competitiva aumenta. Además, los partidos a cinco sets constituyen una de las fortalezas en la que el manacorí ha marcado las diferencias. Desde su primer título en Sopot en 2004 solo ha perdido 15 partidos en la arcilla y tiene un extraordinario balance de 88 triunfos y una derrota en sus encuentros a cinco mangas. Novak Djokovic dispone del físico, pero se verá obligado a mantener un nivel máximo de intensidad durante mucho tiempo, algo en lo que el balear es todo un experto.