En el trayecto del diario hasta el Consolat de la Mar sólo me he topado con cuatro peatones. El centro de Palma está envuelto en un silencio espeso, sordo, inusual. A pesar de ello, cuando abre la puerta de la antesala, Francina Armengol me recibe con el aspecto risueño que le caracteriza. Sin embargo, no puede ocultar cierta tensión por los momentos excepcionales que le ha tocado vivir como presidenta de Balears. Desde el primer momento quiere convertir la entrevista en un alegato en favor del confinamiento de la población como la mejor (y única) vía de salida posible a esta fenomenal crisis sanitaria que es la pandemia del coronavirus. Este episodio le ha reafirmado en su determinación para apoyar los pilares de los servicios públicos sobre los que se sostiene el estado del bienestar; en esta ocasión, claro está, con una especial referencia al sistema sanitario y a sus profesionales.

Presidenta, ¿qué impresión tiene cuando viene cada día al despacho?
— Tengo la sensación de vivir una situación excepcional y, también, de una responsabilidad excepcional. La población de Balears vive unos momentos dramáticos y tengo la convicción de que se está haciendo lo que toca, lo que corresponde hacer. Y añado, además, que es muy importante seguir haciéndolo.

Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a todos los sectores de la sociedad balear, públicos y privados, por su colaboración. También a los medios de comunicación. Mire, esta es una crisis sanitaria que pasará; el objetivo es conseguirlo cuanto antes.

¿Qué ha pasado para encontrarnos en esta situación?
— Es una enfermedad nueva, no tenemos una vacuna con la que combatirla. La única protección de que disponemos es que todos cumplamos con las normas de aislamiento.

¿Ya ha sacado alguna conclusión?
— Por supuesto, el papel esencial de una sanidad pública y bien dotada y la importancia de apoyar la investigación científica. Son las dos conclusiones a la que nos abocan estas circunstancias.

¿Cuál es su máxima preocupación?
— La primera, no puede ser de otro modo, la salud de las personas, y después la contención de la enfermedad. Tenemos que ser conscientes de que todavía no hemos llegado al peor momento de la expansión en Balears, y por eso es imprescindible que no nos movamos. Hay que evitar a toda costa que aumenten los contagios. Debemos centrarnos en asegurar los tratamientos a las personas infectadas y, por último, en las consecuencias económicas. Estoy convencida de que después de esta crisis algunas cosas serán diferentes.

Disculpe, ¿a qué se refiere, presidenta?
— Insisto, determinados conceptos y creencias cambiarán y, por supuesto, en positivo. Lo he comentado antes, para hacer frente a la recesión económica no caben determinados recortes a los servicios públicos como se hizo en el pasado. Otro aspecto que considero trascendental es que estamos recuperando valores como el de la fuerza de nuestra unidad como pueblo.

No me ocultará que le costó conseguir el cierre de los puertos y aeropuertos. ¿El Gobierno no lo entendía?
— Tengo que agradecer la voluntad de coordinación por parte del Gobierno central, pero reconozco que es difícil hacer entender la problemática de la periferia. Debo decir que no ha sido fácil pactar con las compañías aéreas. El cierre de Balears era una demanda compartida por la sociedad, y debemos admitir que en ocasiones ser unas islas tiene ventajas.

¿Qué pasará a partir de ahora?
— Nosotros tomamos las decisiones siguiendo los criterios que nos indican los expertos. Desde el primer momento, con los primeros casos, en Balears tomamos decisiones severas y medidas de contingencia. En la actualidad disponemos de 140 camas de UCI, que podemos doblar con los medios públicos y privados disponibles. De estos últimos quiero destacar su colaboración. El pico de los contagios lo esperamos para el final de la próxima semana; creo que estamos preparados.

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¿Acabaremos como Italia?
— Tenemos la planificación hecha y la experiencia previa de otros países para corregir posibles errores. Hay que recordar que el 80 % de los casos son leves y nuestra incidencia es del 1% del total estatal. El suministro de material está centralizado en Madrid, que es el que compra y distribuye a las comunidades autónomas.

El personal sanitario, médicos y enfermería, se queja de la falta de equipos ...
— Lo entiendo y somos conscientes de ello, pero también de que el material se debe utilizar de manera adecuada. Nosotros cada día pedimos al Ministerio de Sanidad que nos haga llegar todo el material necesario, pero no puedo decir cuándo se resolverá. Mañana (hoy para el lector) tengo una videoconferencia con el presidente y le reiteraré la demanda. Mire, no descarto que haya disfunciones, pero estamos en un escenario totalmente imprevisto; esto es una película de terror que nadie podía prever. Nosotros aplicamos criterios sanitarios y seguiremos solicitando más suministros sanitarios; pero debe quedar claro que si falta o se retrasan algunos equipos no es por capricho del Gobierno. Es un problema mundial, no lo olvidemos.

La sociedad ha quedado tocada ...
— Desde el Govern nos volcaremos en recuperar a las personas más afectadas, desde trabajadores a empresarios. Somos una economía de servicios que habrá que recuperar, aunque no oculto que la huella social será importante. Tendremos que rehacer los presupuestos, pero también creo que hay que destacar que es un parón temporal y coyuntural; eso nos tiene que dar esperanzas en que podremos salir cuanto antes de esta crisis. Le puedo asegurar que la adopción de determinadas medidas ha sido muy complicada, sabíamos que afectaban a muchísima gente y que no era fácil entenderlas.

¿Son suficientes las ayudas del Estado?
— El presidente Sánchez ha dicho que se hará todo lo necesario y tiene el apoyo de todos los partidos. Además de los fondos estatales, quiero destacar que estamos llegando a un acuerdo para incluir a los fijos discontinuos en las prestaciones de los ERTE. Creo que es una gran noticia para miles de trabajadores.

¿Se plantea un ERTE de trabajadores públicos? Lo digo por el impacto que tendrá la crisis en las empresas privadas en contraste con la Administración.
— Lo digo sin paliativos: No contemplamos esta posibilidad.

¿Habrá temporada turística este año? Parece imposible con la que está cayendo...
— Yo creo que sí. Estamos a tiempo, y de hecho la temporada alta no ha comenzado todavía. Los agentes sociales están haciendo una labor magnífica y todos juntos, empresarios y sindicatos, buscan soluciones y transmiten la voluntad de defender la temporada.

¿Hasta cuándo esta pesadilla?
— Lo primero es contener la enfermedad y que baje la curva de contagios. Es importante el comportamiento personal. Yo no se cuándo saldremos de ésta, pero creo que España ha actuando con contundencia desde el primer momento, basta ver las reacciones ahora de Estados Unidos y Gran Bretaña, de Donald Trump y Boris Johnson, respectivamente, de lo que decían ambos de esta epidemia de coronavirus hace sólo unos días y lo que dicen y hacen ahora. De todos modos, de lo que estoy segura es que de ésta vamos a salir.

¿Se siente arropada?
— Agradezco el apoyo de todos los partidos políticos, incluso los de la oposición, que tiene una información constante. Todo los dirigentes políticos con los que he contactado han tenido una actitud muy positiva. También quiero hacer mención de las extraordinarias muestras de solidaridad que me han hecho llegar responsables de diferentes ámbitos, asociaciones y organizaciones no gubernamentales. También por parte de empresarios. Son palabras de ánimo que se agradecen mucho en momentos como los actuales.

A nivel personal, ¿cuál ha sido el momento más difícil?
— Hace quince días que no veo a mis padres y a mis hermanas, viven en Inca y yo en Palma. Tampoco hemos podido celebrar juntos el cumpleaños de mi padre. En circunstancias como éstas todos añoramos un abrazo, poder estar con los nuestros, pero soy consciente de que hay personas que lo pasan muy mal, confinados en sus casas y temiendo por un futuro que ahora es incierto, y por ellas lucho cada día. La solidaridad que ha brotado es emocionante. El jueves estaba en casa y aproveché para salir al balcón para participar en el aplauso en apoyo de los sanitarios, fue precioso participar con el resto de vecinos en un reconocimiento a nuestros profesionales de la sanidad. Creo que fue uno de estos momentos que no podré olvidar nunca.