Imagen de un dispositivo para llevar a cabo controles de alcoholemia de la Policía Local en Palma. | Alejandro Sepúlveda - R.S.

Un juzgado de Palma ha condenado por conducir ebrio a un abogado que además intentó que un trabajador de su despacho le suplantara en el control de alcoholemia. El letrado admitió en el juicio que circulaba bebido cuando chocó contra un vehículo que estaba aparcado. Entonces intentó una maniobra a la desesperada para intentar librarse de las consecuencias. El accidente ocurrió en la calle Despuig de Palma en la madrugada del 19 de agosto de 2018. Después de que el acusado colisionara contra una furgoneta aparcada, la Policía Local apareció en el lugar y le hizo una prueba de alcoholemia. El resultado: casi un miligramo de alcohol por litro de aire, cuatro veces más de lo permitido. El abogado intentó convencer a los agente de que él no era quien conducía. Los policías no le creyeron en ningún momento y continuaron con las diligencias.

Noticias relacionadas

Por casualidad, cerca del lugar del accidente vivía un trabajador del despacho de abogado. El jefe se plantó en su casa y pidió a su subordinado que le acompañara y que hiciera lo que le decía. «Tú déjame hablar a mí». Intentó convencer a los policías de que era él quien conducía. De nuevo, no le creyeron. Más tarde se plantó con su empleado en el cuartel de Sant Ferran y, de nuevo, intentó colar el mismo cuento. Incluso intentó mantener la versión en el juzgado de Instrucción hasta que, en ese momento, el empleado ya reconoció lo que había ocurrido en realidad.

Con todo, la Fiscalía le acusó de simulación de delito y reclamaba una condena penal para él. Ahora, la sentencia del juzgado de lo Penal de Palma le exculpa porque entiende que la actuación del empleado no fue delictiva. La resolución señala que la iniciativa siempre fue del jefe y que, en ningún momento la policía local dio el más mínimo crédito a la maniobra sin que el subordinado acusado fingiera haber cometido un delito. Concluye, como sostenía la defensa que los hechos no llegan a ser un delito. Quien sí es condenado es el abogado, quien se conformó con una multa por conducir ebrio.