Félix Barrio, en Palma. | Jaume Morey

Félix Barrio (Ponferrada, León, 1972), director del Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), estuvo este lunes en Palma para presentar el proyecto CyberCamp Illes Balears en colaboración con la UIB.

¿A quién corresponde la responsabilidad pública de la ciberseguridad en España?
— Al Incibe, dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, y al Centro Criptológico Nacional y al Mando Conjunto del Ciberespacio, ambos dependientes del Ministerio de Defensa.

¿Me puede decir ahora mismo, en este momento de la entrevista, cuántos ciberataques se están produciendo en España y en Baleares?
— Se lo voy a decir en tiempo real. Ahora mismo se están produciendo en España 35.898 eventos que son un riesgo de ciberataque. 453 de estos incidentes se están dando en Balears y, de éstos, 240 en Palma.

¿Cuáles son los ataques más comunes?
— Los virus informáticos generan el 35 % de los problemas de ciberseguridad. Sería deseable que los usuarios actualicen su software y sus antivirus. Ahora tiene protagonismo el virus Flubot, en Android, que se presenta como un aviso de una empresa de paquetería. Te da un enlace y cuando accedes ya está. El virus se transmite a todos tus contactos y empieza a grabar todo lo que aparece en tu pantalla, incluida información personal y profesional.

Es inquietante...
— Otro virus protagonista es el Mirai, que capta todo lo que visionan las cámaras de seguridad de las casas y los televisores y los frigoríficos inteligentes.

¿Qué podemos hacer?
— En un momento u otro, vamos a ser víctimas de un ataque, al menos de un intento. Y, sin embargo, el 40 % de los españoles reconoce que no tiene antivirus, lo que es realmente preocupante, sobre todo tras la pandemia, que ha supuesto la multiplicación del uso de los dispositivos para ocio, chats, educación telemática o videoconferencias. Los jóvenes son especialmente vulnerables a estos ciberataques y en ellos focalizamos las campañas de seguridad. También hay que acompañar a las personas mayores. Hay que dedicar un poco de tiempo a protegerse, informarse y aplicar una serie de comprobaciones y el sentido común: no compartir información con desconocidos y cambiar las contraseñas. Para todo el mundo está disponible el 017, el número telefónico de ayuda a víctimas de ciberataques, operativo desde las 8.00 de la mañana hasta las 11.00 de la noche. El Incibe nació hace 16 años con una decena de técnicos. Ahora somos casi 300 personas, incluidos psicólogos y pedagogos.

¿Alguna llamada al 017 le ha llamado la atención?
— La de un niño de 11 años.

¿Realmente se puede determinar el origen de un ciberataque?
— Sí. Ahora mismo, en tiempo real, el país líder en procedencia de ciberataques es Estados Unidos y entre los diez primeros no están ni Rusia ni Irán. No obstante, un equipo instalado en Estados Unidos puede ser manipulado por una persona en un tercer país. Podemos determinar el domicilio de procedencia de un ciberataque, pero, a veces, cuando llega la policía del país, el equipo ya ha desaparecido.

El cibercrimen parece muy seguro y muy lucrativo...
— Sí, puede ser muy lucrativo con un riesgo mucho menor que una complicada operación de narcotráfico, por ejemplo. No obstante, el cibercrimen también puede servir para blanquear dinero del narcotráfico, precisamente. Siempre está innovando con equipos muy preparados.

Si esto crece sin parar, también habrá que incrementar los servicios de vigilancia.
— Evidentemente, es muy importante la acción de la Justicia y de las fuerzas de seguridad, pero incidiría en la capacidad de prevención de los usuarios.

¿Ha cambiado algo la guerra de Ucrania?
— No hay una relación directa entre la guerra de Ucrania y el número de ciberataques, pero sí hay más desinformación.

¿Qué ha pasado con las criptomonedas?
— Son un mercado sin regulación. Lo grave es que caiga en la trampa un joven de 14 años sin formación suficiente. Es un sistema de convertibilidad y liquidación monetaria más que dudosas, pero es muy difícil controlarlo. No es una inversión de riesgo, sino de mucho riesgo. Aunque ahora se ha desmoronado, seguramente seguirá, como las estafas y los timos clásicos.