Un grupo de inmigrantes interceptados por Salvament Marítim en Formentera.    | Gori Vicens

La ruta marítima desde Argelia es la más mortífera y aun así sigue siendo la principal vía de escape para centenares de personas que dejan sus hogares para labrarse un futuro mejor. Es, además, la más consolidada en la costa del Mediterráneo.

La alta demanda ha traído nuevos perfiles a bordo de las embarcaciones, y por primera vez la nacionalidad magrebí, mayoritariamente argelina, desciende. El 40 % de los inmigrantes que llegan a Baleares en patera proceden de hasta 12 nacionalidades distintas del territorio africano. La principal, la subsahariana. Es un porcentaje muy elevado si tenemos en cuenta que hasta el año pasado solo representaban un 11,8 % del total de personas rescatadas en este archipiélago, según los últimos datos que maneja Creu Roja Baleares.

«Llegan personas en situación de vulnerabilidad, pero no tenemos más información para analizar este crecimiento. Lo que sí hemos observado es que cuando llegan subsaharianos lo hacen en condiciones menos favorables que los argelinos. Por ejemplo, van en barcos con 20 o 25 personas mientras que en las embarcaciones de magrebíes apenas son 15», destaca Victòria Avellà, responsable de Salut, Socorros y Emergències de Creu Roja.

MALLORCA. INMIGRACION. Cuatro pateras elevan a 85 los migrantes llegados en dos das.

Desde 2019, la llegada de pateras a España no ha cesado y se han modificado los perfiles. Baja la llegada de menores no acompañados, suben las familias con hijos y, mientras que la tendencia de los argelinos adolescentes es hacerse pasar por mayores de edad –para evitar entrar en centros tutelados y así poder llegar al destino europeo rápidamente–, los subsaharianos intentan pasar como menores para acceder al circuito de ayudas. «Creemos que las personas que llegan desde el Magreb cuentan con una ruta más definida, sobre su destino final, algo que no sucede con el resto de nacionalidades», advierte Avellà.

Menos llegadas

Por primera vez en los últimos años, España arroja cifras negativas de número de inmigrantes llegados por tierra y mar hasta el 31 de julio, un 3,3 % menos respecto a 2022, según el último balance del Ministerio del Interior. Hay un desplome de pateras y tripulantes localizados en las costa de Ceuta, Melilla y Canarias –ésta en menor medida– muy alto pero que se contrarresta con el aumento exponencial de llegadas al resto de la Península y Baleares, un 31,8%. Según el balance, se contabilizan hasta el 31 de julio 6.962 personas y 553 pateras, mientras que en 2022, en la misma fecha, fueron 5.284 en 523 embarcaciones.

Los subsaharianos se consolidan en la ruta migratoria de Argelia a Baleares.

Pero si comparamos los datos de las Islas con los destinos de Península (Almería, Murcia y Alicante), este incremento no se da en el archipiélago, sino en las otras comunidades. Hasta ayer, Creu Roja lleva detectados 784 inmigrantes y cerca de 50 pateras. Son datos muy similares a los de los últimos años, con lo que podríamos decir que la llegada de pateras a esta comunidad está estabilizada. Las condiciones meteorológicas en meses de máximo movimiento y el descenso del número menores no acompañados, podrían responder esta tendencia.

Lo que queda claro es que las muertes y desapariciones en rutas por mar son una realidad irreparable. Caminando Fronteras lleva denunciando la falta de recursos para la búsqueda de embarcaciones. Desde 2021 se contabilizan, al menos, 12 sin localizar en las Islas.