Rubianes se bastó solo para llenar por completo el escenario de Can Ventosa. Foto: VICENÇ FENOLLOSA.

La religión, Jordi Pujol, el Barça, el amor, el matrimonio... Pepe Rubianes marcó el ritmo de las carcajadas en la única función que ofreció en la noche de ayer en Eivissa, concretamente en el escenario de Can Ventosa, en la segunda ocasión que visitaba la isla en su carrera como humorista.

Sin Rubianes aún sobre el escenario, un primer monólogo en off sobre cómo realizar correctamente la presentación desató las primeras risas entre el público, que llenó por completo el aforo de la sala. Las luces volvieron se apagaron por completo y, al volver a iluminar el escenario, encontraron al único protagonista de «Rubianes solamente». Sobriamente vestido de negro, empezó un discurso que no se detuvo hasta transcurridas casi dos horas. «Soy galaico catalán -se presentó-, galaico porque nací en Galicia aunque no me crié allí y catalán porque me crié en Barcelona aunque nunca nací allí».

Rubianes ha logrado con el tiempo que sea casi imposible definir donde empieza la improvisación y donde termina el espectáculo milimétricamente preparado y que actualiza constantemente añadiendo temas de actualidad para darles la vuelta satíricamente. Los espectadores contemplan como inicia un pequeño relato, alguna anécdota que parece intrascendente, para interrumpirla de repente para colocar alguna frase, aunque esa frase pueda llegar a durar un cuarto de hora.

Rubianes también hizo gala de ese lenguaje descarado que tanta fama le ha dado y pidió disculpas al respetable por utilizarlo. De un modo que no puede definirse como sarcástico descargó una impresionante «reprimenda» a los fachas. «No se lo cuenten a nadie», añadió como coletilla. Una coletilla que utilizó durante toda su actuación.