P.T. Representantes del gobierno central recordaron ayer la prudencia que debe mantenerse a la hora de anunciar las declaraciones como bienes Patrimonio de la Humanidad en las reuniones de los comités de la Unesco.

Cerca de las nueve de la mañana, hora local, podría respirarse en el vestíbulo del salón de congresos del hotel Atlas de Marraquech el nerviosismo que dominaba a la delegación ibicenca. Xico Tarrés y Enrique Fajarnés sufrieron un retraso en su vuelo desde España y llegaron a la convención minutos después de que se iniciará la tercera jornada. En el momento de acreditarse surgió del interior del salón la figura de Lurdes Costa, quien inmediatamente los introdujo en el interior de la sala cuando faltaban escasos minutos para que la candidatura de Eivissa fuera tratada por el Comité. Fuera, en el vestíbulo, quedaban miembros de diversas delegaciones tomando un ligero desayuno mientras dentro se decidía el futuro de la candidatura ibicenca.

Durante la espera, informaciones difundidas por medios de comunicaciones españoles anunciaban la inclusión en la lista de Eivissa y San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), datos que causaron cierta confusión, ya que en el momento de ser lanzada el Comité no había tratado aún ninguno de los dos temas. Pero no hubo que esperar mucho tiempo para volver a ver a los cuatro miembros del consistorio ibicenco saliendo de la sala con una sonrisa que no precisaba ninguna pregunta para adivinar su origen. Los 21 miembros del Comité del Patrimonio Mundial acababan de decidir la inclusión de Eivissa en la lista del Patrimonio de la Humanidad.

Antonio Nuñez, director general de Asuntos Culturales y Científicos del Ministerio de Asuntos Exteriores, recordó los casos de una localidad alemana y de los monasterio de Lluso y Suso, en Logroño, que, debido a la precipitación con la que se informó de su inclusión en la lista, fueron en ambos casos «castigados» por el organismo internacional, retrasando dos años su declaración como Patrimonio de la Humanidad.