Un momento de la entrega del premio a Joan Mayans Planells, de mano del conseller de Cultura del Govern, Damià Pons. Foto: J.M.

El Centre de Cultura de «Sa Nostra» de Palma acogió anoche la entrega del III Premi Nadal Batle, ganado en esta ocasión por el ibicenco Joan Mayans Planells por su ensayo «Sota un silenci amb mil orelles. Perspectives socials sobre ciborgs i ciberespais». El galardón, convocado por la Universitat de les Illes Balears (UIB), está dotado con un millón de pesetas y la publicación de la obra.

Natural de Santa Eulària, donde nació hace 26 años, Joan Mayans Planells reside en la actualidad en Barcelona, preparando su tesis doctoral dentro del área de antropología. Tiene dos licenciaturas, en Antropología Social y en Historia Contemporánea por la Universitat de Barcelona, y ha publicado artículos en revistas especializadas. «El trabajo que he presentado al premio es una aproximación a lo que estoy haciendo en mi tesis. El tema en sí es estudiar desde una óptica antropológica y sociológica los corolarios, las consecuencias, el fenómeno social que es internet y que son las nuevas tecnologías de la comunicación», explicó ayer a Ultima Hora Ibiza y Formentera .

A pesar de tratarse de un asunto tan de vanguardia, el trabajo de Joan Mayans podrá ser accesible para un lector medio. «La obra tiene un tono bastante divulgativo y no pretende ser una cosa muy sesuda ni nada por el estilo, porque así lo pedia el perfil del concurso para que pueda ser leído por un público no especializado ni em ámbitos muy técnicos ni muy teóricos», precisó.

Preguntado por el carácter poético de la primera parte del titulo de su obra premiada, reconoció la partenidad del mismo. «Si que es poético, como que es de García Lorca. Lo que intenté es jugar con la paradoja de estar bajo un silencio, que sería la aparente soledad de una persona que está trabajando ante un ordenador, conectado a internet o chateando por un móvil, lo que sea, y al mismo tiempo conectado con mil orejas que escuchan». En cualquier caso, no se plantea el joven antropólogo si esta realidad tendrá una consecuencia positiva o negativa en el futuro de la sociedad. «No soy ni pesimista ni optimista al respecto; eso son consideraciones morales que no me corresponde hacer a mí», señaló.