ÓSCAR DELGADO El hotel Hacienda-Na Xamena acogió el pasado martes, dentro del ciclo de cenas-conciertos, una velada dedicada a la «Canción francesa desde Erik Satie a Edith Piaf», a cargo de la soprano Itziar Àlvarez y la pianista Bárbara Granados. Pareja artística desde 1989 a través de varias iniciativas de notable éxito, como la dedicada a la música de Kurt Weill, que presentaron en Eivissa en 1999. Hace poco plasmaron en un CD el amor que profesan al genial músico alemán.

En algunas de las canciones que interpretaron esta vez, Granados cambió el piano por el acordeón. «El acordeón es el piano del pobre, y le va muy bien a la canción francesa», comentó a este periódico. Por su parte, Àlvarez apuntó que «es necesario conocer bien un idioma para poder darle la sonoridad y expresión que necesita».

Conjunción, armonía, belleza y complicidad fueron las notas dominantes del concierto de las dos emotivas artistas, muy aplaudidas por el público asistente, la mayoría residentes extranjeros. Para agradecer la deferencia, repitieron la canción «Yukali», unas de las composiciones más hermosas y tristes de Kurt Weill, y uno de los temas fetiches de Àlvarez y Granados.