Imagen de la exposición «Constelaciones», que incluye obras de Bechtold, Marcel Floris o Hinterreiter, entre otros. Foto: MARGA FERRER

Dos exposiciones diferenciadas y complementarias al mismo tiempo conforman la nueva oferta de invierno del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE), que permanecerán abiertas al público hasta finales del próximo mes de marzo. La primera, titulada «Constelaciones», está instalada en la planta baja del edificio principal de la entidad (en Dalt Vila) y reúne obras de los fondos del museo, de manera que complementa la exposición con las últimas adquisiciones que ocupa la planta alta. La segunda, ubicada en el centro de l'Hospitalet anexo al MACE, es un recordatorio de los 30 años de historia de la bienal «Ibizagràfic» a través de las obras más destacadas de la primera y la última convocatoria.

Elena Ruiz, directora del MACE, justificaba ayer ambas muestras «por la política museística que llevamos de dar a conocer las obras propias según un concepto, una idea, un guión histórico o un argumento». En el caso de «Constelaciones», la justificación reside en una de las acepciones que de tal palabra da el diccionario: «Un conjunto de estrellas que conforman o pueden conformar un dibujo». Para Ruiz, «la selección de piezas está hecha en base a ese criterio; es decir, sacarlas a la luz pública porque brillan por si solas». Entre otros, la muestra reúne obras de Bechtold, Marcel Florit, Rom Ero, Mario de Ayguavives o Hinterreiter. «Es un poco ir trabajando sobre la colección que tiene el MACE, muy digna e interesante, y que supone además un reflejo de nuestra realidad artística».

En cuanto a la exposición que acoge la antigua iglesia de l'Hospitalet, reconvertida en centro anexo al museo de arte contemporáneo, la muestra pretende ser «un resumen breve pero muy brillante de lo que son los 30 años de historia de 'Ibizagràfic'». Un resumen que no es una muestra antológica, sino de enfrentamiento dialéctico entre la primera bienal, celebrada en 1972 y la última, la de 2000.

«Hay un contraste muy fuerte entre lo que era la estética de los años 60 y 70, a través de unas serigrafías muy pop y de tintas muy cargadas, con las obras que ganaron en el año 2000», afirmó la directora del MACE. «No se trata de hacer un recorrido por la historia de la bienal, sino de un diálogo contrastado con piezas muy buenas que ponen de manifiesto cómo ha cambiado la estética en estos 30 años. Así, a través de la recuperación de la memoria recordamos a la gente que ya es una bienal con cierta madurez».