ROCÍO AYUSO - LOS ÀNGELES
El director Billy Wilder, que dio a la cinematografía estadounidense algunas de sus mejores comedias y muchos diálogos geniales, como el «nadie es perfecto» de «Con faldas y a lo loco», falleció en la noche del miércoles a los 95 años. Venerado como uno de los grandes realizadores del siglo XX, Wilder, pese a su origen austríaco, es autor de algunas de las mejores comedias del cine como la citada «Con faldas y a lo loco», con Marilyn Monroe, Jack Lemmon y Tony Curtis, «Un, dos, tres» o «Primera plana», y también de excelentes dramas, como «El crepúsculo de los dioses» o «Perdición». En todos ellos dejó muestras de su ingenio, su inteligente sarcasmo y su humor negro, particularmente a través de rápidos y brillantes diálogos que han pasado para siempre a la historia del cine.

Destaca entre ellos el «nadie es perfecto» con que concluye «Con faldas y a lo loco», considerada por el Instituto del Cine Americano como la película más divertida de la historia. Además, «El crepúsculo de los dioses» «Sabrina», «El apartamento», por la que ganó tres Oscar, «Irma la dulce» o «La tentación vive arriba» son algunos de los títulos más famosos de una carrera que Wilder inició como guionista, antes de pasar a la dirección. Entre sus obras más recordadas figuran las que hizo junto a la que bautizó como su pareja cómica de actores preferida, Jack Lemmon y Walter Matthau, con quienes trabajó en «Primera plana» o en «Aquí un amigo», filme con el que se retiró en 1981.

Sin embargo, Wilder no tenía tan buen concepto de Marilyn Monroe, a la que contribuyó a convertir en un mito erótico con películas como «Con faldas y a lo loco» y «La tentación vive arriba», de la que destaca la repetida escena de la actriz con la falda levantada por el aire del metro. Antes de su primera película juntos, Wilder creía que había «docenas de mujeres como ella en Nueva York», aunque delante de la cámara vio que era especial. Sin embargo terminó por no aguantar el comportamiento de la estrella. Su relación fue muy distinta con Jack Lemmon, uno de sus actores fetiche y con el que durante dos décadas retrató el lado oscuro del sueño americano en filmes como «El apartamento» (1960), que le convirtieron en el único director que logró tres Oscar en el mismo año, sumando al de realizador el de mejor guión y mejor película.

Entre sus más de 50 filmes destacan además «Irma la dulce», con Shirley MacLaine y de nuevo Lemmon; «El crepúsculo de los dioses» con William Holden y Gloria Swanson; «Perdición» con Barbara Stanwick o «Testigo de cargo» con Charles Laughton y Tyrone Power. Se retiró porque en Hollywood cada vez le era más difícil poner proyectos en marcha, ya que era el dinero el que mandaba. «Ahora es mucho más difícil dirigir. Todo está en manos de la gente con dinero, que dictan lo que tiene que hacerse. Cuando yo hacía películas, íbamos a la oficina, les decíamos lo que queríamos, y entonces lo hacíamos», comentó hace unos años Wilder, a quien los estudios no querían ver dirigir por los elevados costes de los seguros debido a su avanzada edad.

Sin embargo, el maestro del cine nunca dejó de escribir y, según han contado aquellos que le conocían, siguió acudiendo a su despacho en Beverly Hills todos los días hasta hace pocos años y conservando todos sus escritos. Billy Wilder, «Dios» para el cineasta español Fernando Trueba, falleció el miércoles por la noche en su casa de Beverly Hills a causa de una neumonía. De la misma forma que Trueba le dedicó el Oscar conseguido por «Belle Epoque» como mejor película extranjera, son muchos los artistas de Hollywood que han reverenciado su figura. Para Kevin Spacey, su pasión hacia este autor es tal que recientemente adquirió el respaldo de su silla de director donde se puede leer su nombre.

Para Frank Darabont, realizador de películas como «The Green Mile», su influencia es «tremenda» en la historia del cine pues considera a «El crepúsculo de los dioses» como el mayor placer que ha disfrutado nunca en la gran pantalla. El actor Tony Curtis, que trabajó en «Con faldas y a lo loco», expresó su admiración por el cineasta. Wilder tenían una gran «habilidad para ver a través de las cosas y un conocimiento innato de la condición y la naturaleza humanas», afirmó.