G.R./J.H. Entre la sorpresa y el dolor, las reacciones de los amigos, autoridades y la gente de la isla en general, fue ayer unánime por la súbita muerte de Beni Trutmann. La consellera de Cultura, Fanny Tur, dijo a este periódico que «por el amor que tenía a la isla y por la calidad de sus fotografías, se convirtió en el fedatario público de la evolución de Formentera». El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Formentera, Felip Portas, resumió el sentir de sus paisanos diciendo: «Como amigo me siento consternado, triste y sin palabras para expresar esta pérdida»; y añadió que «el aprecio de Beni por la isla, por sus gentes, cultura e historia está fuera de toda dudas. Con él se va un amigo importante y querido de todos».

El conseller para los asuntos de Formentera, Santi Ferrer, destacó el apreció de Trutmann por la isla, señalando que «su vació será difícil de cubrir». Enric Barot, ex concejal de cultural fue tajante: «Es una verdadera putada, porque desde el primer día se interesó mucho por el buen funcionamiento a todos los niveles de la isla». Barot encomió su labor profesional y destacó «unos criterios de sostenibilidad y preservación del medio ambiente sumamente importantes». En este sentido, recordó que «la primera reunión importante de la COP (actual coalición que gobierna Formentera) tuvo lugar en casa de Beni, lo que demuestra su implicación en el futuro de la isla, que demostró en todo momento».

Por su parte, Pedro Martín, de los Amigos de la Biblioteca Internacional de Formentera, señaló que «a Beni le faltaba tiempo para tantas cosas como quería hacer». Pensando en las últimas reuniones que tuvo con él, con motivo de los talleres de fotografía que estaba impartiendo, señaló: «El próximo trabajo que debíamos hacer era fotografiar las los mayores de la isla, pero no en un estudio, sino trabajando en su entorno cotidiano». Martín puntualizó que «se lo tomaba todo muy a pecho; su corazón había aguntado mucho, quizás demasiado».