«He tocado en Mallorca y en Menorca, pero a Eivissa no he vuelto desde la Mostra del 90; por eso me hace ilusión tocar después de tantos años». Con estas palabras, Perico Sambeat mostró ayer a este periódico las ganas que tenía de participar en la Mostra 2002, tan lejana en el tiempo de aquel primer premio de la Muestra Nacional de Jóvenes Interpretes del Injuve, antecedente del festival actual. «En esencia creo que soy el mismo; cambia más la forma que el fondo; tengo más conocimientos y acaso más técnica, mas esto último es algo a lo que no le doy mucha importancia», añadió.

En cualquier caso, aquel galardón supuso para el saxofonista valenciano un reconocimiento, que tuvo que trabajárselo personalmente con ahínco. «Tal y como se me iba a dar el premio no me hubiera servido de nada. Consistía en grabar un disco de distribución nula que había que hacer en Madrid en dos días; había muchos problemas de infraestructura, era todo muy restringido», recordó. «Hasta dije que renunciaba al premio porque no quería otra maqueta. Me costó mucho que me dieran el presupuesto que tenían para el disco, con lo que grabé en Valencia, con Wallace Gloney, un trompetista norteamericano, y Tete Montoliu. Es un disco que aún está en las tiendas».

Reacio a poner etiquetas al jazz que hace, «lo definiría como el jazz de Perico Sambeat», apuntó. «Tengo muchas influencias, es un jazz enraizado de alguna manera con la tradición y que bebe de muchas influencias y de las distintas músicas que me rodean», reconoció. También negó la etiqueta de «jazz mediterráneo». «No sé, la influencia estadounidense está clarísima hasta hace unos 15 o 20 años: el hard bob, una manera de tocar muy característica. Todo lo que se salía de eso no entraba dentro del mainstream». «Hoy día, creo que tanto en Estados Unidos como en Europa, y aparte del más tradicional, se hace un jazz con influencias más personales y menos enraizado en aquella tradición hard bob, que yo amo enormemente, pero que restringe un pelín estilísticamente lo que puedas decir».

Los tres músicos que le acompañan son Bernardo Sasseti (piano), Marc Miralta (batería), y Chris Higgins (contrabajo). Del primero, portugués de origen y colaborador habitual, afirmó que «es mi pianista favorito a nivel mundial»; y no escatimó elogios para los demás. «Hay mucha empatía, llevamos años tocando juntos y nos gusta asumir riesgos de alguna manera al tocar, enfocando la música de una forma más libre», apuntó.