L. QUINTANA
El patio de la Misericòrdia de Palma se llenó el sábado por la noche con la magia y sensibilidad que derrocha la voz de Suzanne Vega. La cantautora neoyorquina comenzó su actuación a las 22.15 horas y lo hizo con una muestra de su último álbum «Songs In Red and Gray». A lo largo de la actuación Suzanne se mostró entregada a su público. Su voz, afinada y cargada de emoción, el sonido perfecto y el lugar ideal sirvieron para que las cerca de 800 personas que asistieron se contagiaran de la fuerza lírica presente en cada una de las canciones.

Para introducir los temas, Suzanne hizo una valoración de su significado y recordó momentos de su vida. Incluso bromeó de su romance con un antiguo novio inglés que añoraba los desayunos de su país. Aunque, eso sí, en inglés, porque aunque manifestó que sentía un gran cariño por la Isla, pidió disculpas por no hablar en español.

En el repertorio no faltaron míticas canciones como «Luka», «I'll never be your Maggie May» o «Tom's dinner», en la que contó con el acompañamiento del público. Y por petición especial de un belga que gritó desde su butaca, comenzó a sonar «Rosemary». A las 11.45 horas, después de tres bises, la cantante se despidió y «La Balanguera» como música de fondo dio por terminado el concierto.