Los diversos caminos que recorre el arte permite atender a todo tipo de necesidades creadoras. La vida de una obra puede no delimitarse a su simple exposición o unidad, una afirmación que gana cuerpo en el trabajo de la pintora de origen colombiano y residente en Nueva York Cristina Hernández Botero, familiar del prestigioso pintor Fernando Botero, que inagura esta tarde a las 17'00 horas una peculiar muestra de su obra en el restaurante Ses Torres de Jesús. La artista ha viajado hasta Eivissa acompañada de una serie de fotografías tomadas de sus piezas, pero no sólo como un simple registro de las mismas, sino como la extensión de un camino que la obra recorre.

En esta exposición, Hernández Botero presenta ampliaciones fotográficas de detalles de una gran tela de más de veinte metros destinada a una institución pública de Nueva York. «Fotografío una pequeña porción del cuadro y, al ampliarla, logro otra obra en sí», explica la joven creadora, nacida en Bogotá en 1977. Pero la muestra no se centra tan sólo en esos detalles. Junto a los mismos, Hernández Botero exhibe otras tantas fotografías de una serie de telas elaboradas en un happening celebrado en la playa de Benirràs el pasado día 15 de septiembre. «Varias personas -explica la artista- nos untamos el cuerpo en aceite de oliva y realizamos impresiones en diversas telas. La huella que quedó grabada es sutil, fantasmal, pero orgánica, llena de energía».

Las telas, según explica la autora, se degradan con el paso del tiempo por lo que las fotografías muestran un instante de su existencia, lo que las hace cobrar su propio sentido. «La obra habla del instante, que es lo único que existe», matiza. La combinación de ambas series de fotografías (un tipo de exposición muy popular actualmente en Nueva York, relata la artista) ofrece además la descarnada combinación entre los enérgicos colores y trazos de la primera con la apariencia etérea de la segunda.

La muestra permancerá abierta durante un mes, un intervalo de tiempo en el que Hernández Botero viajará a París para participar en una colectiva y regresar posteriormente a Nueva York para preparar una nueva exposición. Cristina Hernández Botero comenzó a pintar al óleo a los doce años de edad. La experiencia adquirida con los años la llevó a experimentar con otras vías de expresión como la fotografía o el aceite de oliva. «Intento llevar las obras más allá», finaliza.