Los niños españoles pueden ya acercarse a sus seres mágicos -los «ratones rojos», los «nuberos», «los martinicos», «las ijanas o hadas del agua» o los duendes- a través de las cuarenta y nueve historias del libro «Leyendas de España». La obra, publicada por SM, ofrece leyendas de cada comunidad autónoma recuperadas por los investigadores y especialistas en literatura infantil y juvenil Elvira Menéndez y José María Alvarez que han buscado el tono coloquial adecuado a los niños. Elvira Menéndez manifestó que se trata de convertir en leyendas asequibles a los niños españoles una tradición mágica, como ya hicieron los románticos europeos con cuentos que en principio eran terribles como los de Blancanieves, Caperucita Roja, Cenicienta etc. En la actualidad vive pero está a punto de desaparecer la última generación española capaz de transmitir el mundo mágico español, y este libro pretende «reconducir las leyendas y adecuarlas a los niños en forma de cuentos en los que se han suprimido los aspectos truculentos».

Los románticos españoles dejaron de lado lo mágico, de modo que los niños no conocen las historias de seres como «Los ratones coloraos», de Murcia. que ayudan a los niños solitarios, o las ijanas o hadas de largos cabellos rubios o pelirrojos que protagonizan cuentos de Cantabria o los «nuberos» que viajan en las nubes y fastidian con tormentas en Asturias y otros lugares. De Andalucía han recuperado los autores siete historias, entre ellas «Los duentes justicieros», de Almería, «El hombre pez», de Cádiz, «El hada infeliz», «La casa del duende», de Córdoba, «La Julianita», de Huelva, o «El lagarto de Malena», de Jaén. De las tres narraciones mágicas procedentes de Aragón, «Silbán, el gigante enamorado», viene de Huesca, mientras que «La fuente mentirosa» es de Teruel y «El pozo de Layana» de Zaragoza. Las hadas de las aguas, personajes que se encuentran en casi toda la península, son seres que peinan cabellos con un peine de oro, explicó Elvira Menéndez, y también los «martinicos», unos duendes traviesos que fastidian, pero son divertidos.

De alguna manera podríamos decir, explicó Alvarez, que «la falta de adaptación a los niños de nuestras propias leyendas ha propiciado que nos hayamos dejado colonizar» por historias como «El señor de los anillos» en lugar de por personajes nuestros como las hadas.