El pintor Manuel Bouzo residió en Eivissa desde 1972 a 1988, y expone ocasionalmente en la Van der Voort.Foto: K. TABERNER

«No quiero romper la relación con la isla, porque viví aquí desde el 72 al 88, y no he dejado de volver en verano, salvo el año pasado». Con estás palabras, Manuel Bouzo recordó ayer a este periódico su larga relación con Eivissa, relación que se extiende al plano artístico, ya que suele exponer en la galería Van der Voort, donde volverá a hacerlo el próximo año. Sin embargo, lo que le tiene más emocionado en estos momentos es el proyecto que realizará próximamente en la India gracias a una beca de la Fundación Botín, que le permitirá vivir en el sub continente asiático desde octubre a mayo. «Depende del calor que haga, si lo puedo soportar. Es que una de las cosas que tengo en mente es hacer una visita a las fuentes del Ganges, que están a cuatro mil metros de altura; como es un glaciar no están abiertas hasta mayo, así que tendré que esperar».

A la hora de explicar tal proyecto, Bouzo no lo tiene aún claro. «Presenté un calendario bastante elaborado de la actividad que iba a desarrollar y en qué periodo; lo que pasa es que la cosa tiene más de pretensión que de hecho, porque cuando esté allí me dejaré llevar por las cosas que encuentre o me puedan pasar», apuntó. Un proyecto abierto, pero en torno a una idea en la que lleva trabajando desde hace tiempo. «Lo que más me interesa es documentar la relación de India con lo sagrado. Creo que el mundo está entrando en una desacralización total, y la naturaleza se contempla como una cosa a destruir o a utilizar, pero no a conservar. Pero allí aún se mantiene esa relación natural con lo sagrado, tanto con los árboles, los ríos... cosas a las que la gente pertenece en un plano de igualdad, no de dominio», afirmó.

Y Manuel Bouzo habla con conocimiento de causa, ya que ha estado varias veces en India y es un país que le apasiona. «He estado documentándome, he leído muchos libros y tengo ya un conocimiento bastante amplio sobre el tema». Interés y preocupación que con los años, «y el desquiciamiento actual de la vida en occidente», ha aumentado. «Por eso pensé que era un buen momento para volver allí, cuestionarme determinadas cosas, investigar y documentar esas historias y luego elaborar una serie de piezas en función de esta relación y de la mitología hindú; pero en un plano más o menos simbólico o metafísico. Es decir, reelaborar ese material a nivel intelectual, dentro de las posibilidades que tenga», reconoció un artista que ha sido calificado a menudo por la crítica como «literario», por la relación directa que muchas de sus obras tienen con el mundo de los libros. Por ejemplo, su última exposición individual, «El catálogo de Mary Shelley», que presentó hace unos meses en Madrid y en otras ciudades de la Península.