Elia Kazan, fallecido el domingo a la edad de 94 años, deja un valioso legado cinematográfico, teatral y literario en Estados Unidos, donde su talento artístico se vio empañado en algunos momentos por su pasado político, ya que durante la caza de brujas de la Comisión McCarthy denunció a varios compañeros de profesión.

La carrera de Kazan comprende una larga lista de éxitos que han influido enormemente en la concepción del teatro norteamericano e inyectado una nueva mirada al cine, en la que desbordaba la creatividad. Sus películas se han convertido en clásicos y entre ellas figuran títulos que también llevó al teatro, como «A Streetcar named desire» (Un tranvía llamado deseo), «On the waterfront» (La ley del silencio), «Viva Zapata», «East of Eden» (Al este del Edén), «Splendor in the grass» (Esplendor en la hierba) y «América, América», basada en una novela suya que se inspiraba en la vida de su familia. Siete de sus producciones acumularon un total de 20 premios Oscar, incluido el de mejor director.

En 1947, cofundó el «Actor's Studio», una escuela con gran influencia en el teatro norteamericano de la que fue profesor y codirector, y de la que salieron actores de la talla de Marlon Brando o Montgomery Clift. Kazan, quien procedía de una familia griega modesta en recursos que emigró de Estambul a Berlín y luego a Nueva York, formó equipo en teatro no sólo con Arthur Miller, sino también con Tennessee Williams en obras como «La gata sobre el tejado de zinc caliente», que también llevó a la pantalla grande con Paul Newman y Elizabeth Taylor como protagonistas.

Elia Kazan vivió parte de su vida con el sambenito de traidor unido a su nombre por haber revelado al Comité de Actividades Antiamericanas, durante la época del senador Joseph McCarthy, los nombres de personas que, como él, pertenecieron al partido comunista a mediados de los 30.