Una muestra representativa de «la voz propia» que el joven pintor ibicenco está imprimiendo a la pintura que pronto presentará en público.

«Creo que el artista sólo tiene que innovar hacia sí mismo; hacer lo que realmente le satisfaga y le salga de sí. Si encuentra una vía inexplorada, seguramente será más reconocido, si es eso lo que pretende». De esta forma, Ricard Bofill explicó a este periódico su planteamiento ético y estético a la hora de enfrentarse a la creación. Una filosofía que le hace pisar con pies de plomo para presentar su obra en público. De hecho, a sus 29 años, tres años después de licenciarse en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, aún no ha realizado ninguna exposición individual de pintura.

Al respecto, su postura tiene que ver con aquello que decía Antonio Machado: «Despacito y buena letra; el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas». Así, su voluntad de crecer en conocimientos, le llevó, al tiempo que hacía el doctorado, a hacer un curso monográfico de grabado. «Presenté cosas solo y en colectivas; y mientras, como tenía que entrar un dinerito, me puse a trabajar en otras cosas».

Trabajos alimenticios, como el trofeo de la Fiesta del Deporte del Consell: «Un grabado enmarcado pero no para colgar en la pared, sino de cogerlo y mirarlo desde distintos puntos de vista, con su relieve y toda su historia», explicó. O un tiraje de 150 estampas para el Colegio de Arquitectos Técnicos y Aparejadores, como regalo para estas fiestas.