JULIO HERRANZ

Hasta el próximo 9 de septiembre, toda una planta del Casal Solleric de Palma acoge una amplia exposición de María Catalán (Castellón, 1961), pintora y escultora residente en Eivissa desde 1981, en cuyo aprendizaje y promoción tuvo un papel esencial el malogrado pintor alemán Eduard Micus. La muestra, que a continuación visitará Menorca, la forman 60 trabajos, la mayoría pinturas; con dos esculturas grandes y diez pequeñas. Ante el cierre inminente (por su ampliación y rehabilitación) del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE), la exposición de Catalán no podrá presentarse allí, aunque (aún sin confirmar) puede que sí lo haga en otro espacio de la isla

-¿Todo el material es obra reciente?
-Sí, de 2003 hasta ahora. Digamos que corresponde a mi etapa post-Micus. Ahora soy más independiente de la influencia del maestro, que también era mutua.

-¿Ve esta obra tan visceral como apunta la comisaria de la exposición (Cristina Ros)?

-Creo que es verdad; pero a mí me parece que casi todas las obras de arte son espontáneas; lo que pasa es que primero tienes que tenerla dentro para luego poder sacarla fuera.

-¿Cómo es su proceso de creación?
-Lo que me fascina son los materiales, y a través de ellos empiezo a ver cómo puedo trabajarlos. Lo que más me interesa es el proceso de creación, y menos la obra terminada, algo que me da igual. El desafío es investigar, buscar y descubrir cosas nuevas y que me sorprendan.

-¿Qué materiales prefiere?
-Los difíciles, para transformarlos; materiales que serían de desechos, pero tampoco hago art-povera. Ahora me gusta mucho trabajar con hierros, algo difícil de utilizar en cuadros. Los transformo y se convierten en algo más bien frágil y delicado.

-¿Se nota en su obra el espíritu femenino?
-No lo sé; pero creo que el arte no tiene sexo. Bueno, ahora algunos cuadros son más coloristas, alegres; y si eso se identifica con el espíritu femenino, pues vale. Pero en todo artista hay también épocas más graves y profundas.

-¿Está entonces en una etapa más bien vitalista?
-Sí; digamos que más libre e independiente, superando mis propias historias.

-¿Qué le parece esta iniciativa de exposiciones entre islas?

-Muy bien, porque los artistas de una isla son bastante desconocidos en las otras. Y más los de mi generación, a los que les resulta difícil presentar una exposición individual en las otras islas.

-¿La han elegido entonces para representar a su generación; cree que la representa?

-Buff, eso me parecería mucha responsabilidad, porque yo no sé a quien representó aparte de a mí misma, pues el arte es muy individual. Ya me gustaría a mí ser la representación de una época, pero es algo que me parece muy pretencioso.