Vista aérea de la zona de Palos de la Frontera. FOTO: GOOGLE.MAPS

Cristóbal Colón da para mucho, y es normal en un personaje tan controvertido, pero lo que no se puede hacer es engañar, ni intentar falsear hechos históricos bien contrastados y mejor documentados. Sin embargo, hay algunos investigadores en el Principado de Cataluña que utilizando medias verdades y haciendo gala de una fantasía que desborda todos los límites van predicando que el primer viaje descubridor del Nuevo Mundo se inició en Pals (Cataluña) y no en Palos (Andalucía). El problema es que han conseguido cierta entidad entre los desconocedores de los hechos acaecidos inmediatamente después de la firma de las Capitulaciones de Santa Fe (17 abril 1492) entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón. Como digo, ya tienen adeptos y tampoco les falta apoyo mediático. Entonces, siguiendo mi línea de siempre, la investigación periodística, voy a exponer los eventos como realmente sucedieron para que los lectores puedan juzgar libremente.

NITO VERDERA

En primer lugar dicen, mejor dicho, hacen decir al cartógrafo turco Piri Reis, autor del famoso mapamundi de 1513, que se obtuvo el testimonio de un marinero catalán que había participado en tres de los cuatro viajes colombinos, que habría dicho textualmente: «Llegamos primero al Estrecho de Ceuta y, después, habiendo recorrido cuatro mil millas...». Pero la verdad es que Piri Reis escribió algo diferente en la Nota V, en relación al primer viaje de Colón. Resulta que lo del «marinero catalán» es falso ya que se lee perfectamente esclavo español. Y veamos ahora la información facilitada a los turcos que apresaron al desconocido esclavo (sin duda un marinero) español: «Primero llegamos a la altura del Septe Bogazina (Estrecho de Ceuta, hoy en día llamado Estrecho de Gibraltar). Desde allí navegamos 4.000 millas...».

El caso es que afirmando que las naves de Colón llegaron primero al Estrecho de Gibraltar se intenta probar que habían salido de Palos, en el Mediterráneo, para después adentrarse en el Atlántico. Como maniobra de distracción es algo burdo y sin sentido. Y lo digo así porqué acto seguido veremos como se inició la gran aventura del Descubrimiento de América. Lo describe muy bien Consuelo Varela [Textos y documentos completos, 1982, pp. 17 y 281].

Salida de Palos

Dice el Diario del Primer Viaje (1492): «Partimos viernes, 3 días de agosto de 1492 años de la barra de Saltés, a las ocho horas. Anduvimos con fuerte virazón hasta el poner del sol hacia el Sur sesenta millas que son 15 leguas; después al Sudueste y al Sur cuarta del Sudueste, que era el camino para las Canarias».

Jueves, 9 de agosto: «Hasta el domingo en la noche no pudo el Almirante tomar la Gomera y Martín Alonso [Pinzón] quedóse en aquella costa de Gran Canaria por mandato del Almirante, porque no podía navegar. Después tornó el Almirante a Canaria y adobaron muy bien la Pinta...».

Así que con el Diario del Primer Viaje en la mano queda claro que en seis días Colón llegó a la Gomera.

Para fijar conceptos, recordemos que Saltés se encuentra en la desembocadura de los ríos Odiel y Tinto, y cerca de La Rábida y de Palos. En cuanto al virazón cabe decir que es un viento que sopla del mar durante el día. El mismo Colón, en carta a los Reyes fechada en Granada en 1502, explica: «En el verano en Andalucía por muy cierto se tiene cada día después de ser el sol altillo la virazón, que es viento que sale del Poniente, es también muy suave y dura hasta la noche tarde».

Así que Colón al dejar Saltés navegó 60 millas hacia el Sur y después dio rumbo al SW hacia las Canarias. Pues bien, al haber navegado sesenta millas la flotilla descubridora se encontraba al través del Cabo Trafalgar, que con Punta Europa marca la parte norte del estrecho, mientras que cabo Espartel y Ceuta limitan el sur. Hay que recorrer, pues una distancia 100 kilómetros entre los meridianos de Punta Europa (5º 21' W) y Trafalgar (6º 02' W). Es decir, la flotilla de Colón no atravesó el Estrecho de Ceuta, sino que al hacerse a la mar desde la barra de Saltés lo dejaban por el costado de babor.

Y es que, además de convertir un esclavo español en un «marinero catalán» han realizado otro error tremendo. Svat Soucek [Piri Reis and Turkish Mapping after Columbus, The Nour Foundation with Azimuth Editions, London, 1996, p. 59] sí ha hecho una buena traducción de la larga nota escrita por Piri Reis en la parte izquierda del mapa. Lo que nos interesa dice así: «At first we reached the level of the Strait of Gibraltar», que ha de traducirse por «primero llegamos a la altura del Estrecho de Gibraltar...».

Volvemos al Diario del Primer Viaje, al 15 de marzo de 1493, y relata Las Casas: «Ayer, después del sol puesto, navegó a su camino hasta el día con poco viento, y al salir del sol se halló sobre Saltés, y a hora de mediodía, con la marea de montante, entró por la barra de Saltés hasta dentro del puerto donde había partido a tres de agosto del año pasado». Ya ven, seguimos en la desembocadura de los ríos Odiel y Tinto y tuvo que esperar Colón la pleamar para poder navegar hasta el puerto de Palos. ¿Qué tendrá que ver, me pregunto, el lejano Pals de Girona (Cataluña) con la realidad del puerto fluvial de Andalucía?

Villa y puerto de Palos

El histórico puerto de Palos, en Andalucía, prácticamente cambiado en la actualidad, es ahora conocido por los estudios realizados por el Departamento de Geofísica Aplicada de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid y el Departamento de Arqueología de la Universidad de Sevilla. Estaba situado en el curso inferior del río Tinto, llamado en esta zona Canal de Palos, a cuatro kilómetros de la desembocadura en el Atlántico y confluencia con el Odiel.

Cuando se habla del Puerto de Palos, erróneamente, suele pensarse en un muelle, pero las ordenanzas municipales (1484-1521) dejan claro que las carabelas «aportaban a la ribera» donde se descargaban las mercancías y se procedía a la subasta del pescado. O sea, las actividades portuarias no se concentraban en un punto, sino que se repartían a lo largo de la orilla del río Tinto.

Estamos, pues, refiriéndonos a un puerto interior o fluvial, fácil acceso al mar y resguardado de vientos y de piratas. En el primer tercio del siglo XV recalaban allí naves inglesas, bretonas, flamencas e italianas. Las carabelas fondeaban en el centro del río donde la profundidad era suficiente para sus calados y pagaban los derechos de anclaje correspondientes. La carga y descarga de mercancías, al igual que en otros puertos peninsulares españoles, se realizaba en pequeñas barcas «amarrando en la ribera».

En Palos había instalaciones que facilitaban las operaciones, conocidas con el nombre de Alota y que era un edificio para bodegones y almacenes. Otra importante infraestructura de Palos era el astillero, en donde los maestros de ribera y calafates construían toda clase de embarcaciones, incluso carabelas. Más información ha sido aportada por las excavaciones arqueológicas, confirmado la existencia de un horno para la fabricación de pan y de La Fontanilla, donde las naves hacían aguada. Los datos ofrecidos los he obtenida en http://www.paisvirtual.com/ciencia/humanistica

Por lo que respecta a la actual villa de Palos (ver Derrotero de las costas de Portugal y de España, Instituto. Hidrográfico de la Marina, Cádiz, 1990) está casi oculta por alturas de 33'4 metros que no permiten verla hasta estar enfrente de ella. Dista 3 millas de la embocadura del Tinto. Por enfrente de Palos y a media canal se sondan en bajamar 2.5 m. En este sitio fondean los buques que van a cargar.

Cabe añadir ahora que hay pruebas documentales de que Colón eligió o exigió salir de Palos en lugar de Sevilla. Fray Bartolomé de las Casas lo ha dejado escrito así: «Fuese derecho a la villa de Palos donde pidió a sus Altezas que se le diese recado para su viaje; lo uno porque allí hay buenos y cursados hombres de la mar; lo otro porque tenía déllos algunos conocidos y amigos; lo otro por el conocimiento y devoción que tenía y conversación y ayuda con el dicho fray Juan Pérez guardián de la dicha casa o monasterio de la Rábida; lo otro porque los Reyes tenían obligada a la villa de Palos, no supe si por delito o por subsidio, para que sirviese a sus Altezas con dos carabelas tres meses. Con Martín Alonso Pinzón comenzó Colón su plática rogándole que fuese con él aquel viaje y llevase sus hermanos y parientes y amigos».

Playa de Pals

Estamos ahora en Girona, en Cataluña, y consulto fuentes serias relacionadas con la navegación [Derrotero General del Mediterráneo, Depósito Hidrográfico, 1860]. «A poco más de media milla de la Riereta fenece la costa de piedra que viene corriendo desde Palamós, y empieza la playa de Pals, en que hay una torre sin artillería. Al final de la playa, distancia 3 millas, desemboca un río caudaloso llamado Ter, a cuya orilla izquierda , 1 legua (4 millas) de la playa, está la villa de Torroella de Montgrí...».

Más información [Derrotero de las costas del Mediterráneo, Instituto Hidrográfico de la Marina, Cádiz, 1991] señala: «Desde la cala de sa Riera corre la costa hasta encontrar la playa de Pals y se extiende 2'5 millas al 348º,7 hasta el río Ter. La torre de Pals se encuentra en la playa de su nombre, sobre unas dunas poco elevadas. La villa de Pals está a poco menos de 3 millas de la costa».

Vamos a ver ahora parte de una Carta al Director de La Vanguardia, que me publicaron el 22 de mayo de 1999: «... de Pals a Canarias hay más de 1.200 millas náuticas, y en el caso de las naves colombinas, para recorrer la citada distancia y teniendo en cuenta las largas bordadas que tenían que dar dichas embarcaciones en el s. XV, se necesitarían unos 15 días..., siempre que los vientos fueran favorables. Los cálculos de navegación citados se han hecho sobre cartas náuticas y teniendo en cuenta las características de la Santa María. Mis conclusiones las comparte Pepe Ferrés, experto marino, presidente de la Associació de Navegants d'Altura Mediterranis, y organizador de la regata La Ruta de la Sal entre Barcelona, Denia e Ibiza».

En el mismo diario barcelonés, edición del 14 de junio de 1999, Joan Palmarola, Secretario General de ACEA (Agrupación Catalana de Entidades Artísticas), en relación al mismo tema y a «Las teorías del Colom» Catalán, escribía que tienen razón al traducir Palos por Pals. De la misma manera que los ingleses han traducido Colom por Columbus. Y añadía que los Reyes Católicos decidieron que la ciudad de Palos, de donde tenía que salir la expedición, no podía ser propiedad ajena a Castilla y, por tanto, compraron la mitad del puerto del condado de Niebla (Andalucía) a los hermanos Silva, por 16 millones de maravedíes.

Y no me resisto a reproducir la parte final de la carta a La Vanguardia: «El contralmirante Àngel Díaz así como Nito Verdera, con un potente currículum profesional a sus espaldas, han demostrado cuáles fueron las singladuras posibles entre Palos y Gran Canaria entre el 3 y el 9 de agosto de 1492. Es importante que las teorías del Colom catalán -las más creíbles frente a tantas otras- hagan piña en torno a unos hechos indiscutibles, si no quieren embarrancarse en las distorsiones provocadas por un entusiasmo nacionalista exagerado e irritante, procedan de donde proceda. Y, por tanto, contraproducente».

Pues ya ven qué manera de perder tiempo y esfuerzos, y resulta que diez años después seguimos peor que antes. Es algo así como si todas las investigaciones honestas se encontrarán ante una barrera infranqueable que sólo se mueve por intereses localistas. En mi caso, al cabo de más de cuatro décadas de trabajo, me siento como si estuviera arando el mar.