Bartomeu Marí (segundo por la izquierda de la segunda fila) con algunos de los artistas en la presentación de la colección del Macba, en Barcelona.

AGENCIAS / R. C.

El Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba), que dirige el ibicenco Bartomeu Marí, inauguró el pasado jueves la exposición Temps com a matèria. Col·lecció Macba. Noves incorporacions, un programa que recupera el conjunto de obras adquiridas, donadas y depositadas en los últimos años. Se trata de 320 obras de 80 artistas, de las cuales 50 son inéditas, que se podrán ver en las tres plantas del museo. La muestra se podrá ver hasta al 31 de agosto, aunque las de la planta baja estarán todo el año. Entre las que se podrán ver por primera vez destacan trabajos de Antoni Tàpies, Franz Kline, Robert Motherwell, Gego, Pablo Palazuelo, Hans Haacke, Matt Mullican, Rita McBride, Katalin Ladik, Palle Nielsen y Joan Rabascall, entre muchos otros.

El director del Macba, Bartomeu Marí, destacó que uno de los criterios de la nueva ordenación es la propia historia de la colección del museo, que en su opinión tiene «un carácter particular»; apuntado la voluntad de ampliar ejes temáticos y aspectos cronológicos, dando así «continuidad» a la actual colección. Narración que, sin embargo, no se hace «de manera enciclopédica», ya que Marí concibe el museo como «un laboratorio que se acerca mucho al espíritu que anima la creatividad de los artistas, con riesgos y empuje», aseguró. Uno de esos pequeños riesgos es la fecha de inicio de la colección, situada en 1955, un hecho que «no es clave pero tampoco anecdótico», precisó.

Se trata de la exposición de obras del Museum of Modern Art (MOMA) de Nueva York que el régimen de Franco organizó en Barcelona en 1955, una muestra que trajo a España obras de Robert Motherwell, Morris Louis y Frans Kline, y que sirvió para que el régimen comenzara a apreciar el arte abstracto, en un periodo en el que predominaba el arte realista y figurativo. La planta baja arranca con ese hecho y avanza cronológicamente, a través de obras de Tàpies, Jorge Oteiza y Eduardo Chillida hacia la segunda sala, dedicada a los años 70, para tratar «el fin de la utopía de una manera de reinventar el mundo tras la segunda Guerra Mundial». Destacan unas fotografías de Haans Haacke sobre la especulación inmobiliaria en Manhattan, que fueron prohibidas en el Guggenheim de Nueva York, así como esculturas de Lawrence Weiner. La última sala de este piso está dedicada al pop europeo, que propone, según Marí, «una mirada más áspera y analística» hacia los excesos del consumo, respecto al movimiento equivalente norteamericano, con trabajos de Richard Hamilton, Rabascall y Jaume Xifra.

La primera planta abarca temáticas como la censura, la represión y la manipulación de los medios de comunicación, con obras de David Lamelas, Francesc Abad, y León Ferrari, además de la relación entre arte y poesía, con trabajos de Marine Hugonnier, Marcel Broodthaers, Nacy Spero y Joan Brossa.

Marí reconoció que «no hay una pretensión de ilustrarlo todo» y que la colección está más estructurada en relación a las «rupturas» entre clasicismo y vanguardias. Precisamente algunas de esas rupturas se pueden ver en la planta 2, que trata la tensión entre cine y teatro y la idea del juego y el placer como contramodelo de la educación oficial, basándose sobre todo en la obra de Constant.

La colección permanente se cierra con dos obras emblemáticas: 'Arena' (1997) de Rita Mc Bride, un trabajo de «intensa dimensión teatral» que se presenta por primera vez en España, y un proyecto de Dan Graham sobre la relación entre 'performance' y percepción.